xLaura Corona-Almaraz
VIERNES, 14 DE JULIO DE 2017 13:20
Exóticos, luminosos, casi tan negros como la obsidiana. Era imposible
no admirar su vientre anaranjado, brillante, pronunciado. Los Andes del Ecuador
estaban poblados de ellos a finales del siglo XIX. Debían tener cuidado con los
jambatos negros, una especie de sapo muy popular en esa región.
Hace treinta años las cosas eran distintas. Los padres de los niños
usaban a los jambatos negros para mantenerlos entretenidos, incluso las abuelas
los utilizaban para curar de espanto a los pequeños cuando, tradicionalmente,
lo que se usa en otras regiones es un huevo.
Conocidos bajo el nombre científico de Atelopus ignescens, estos sapos
se creían extintos desde hace treinta años hasta que David Jailaca, un niño
indígena ecuatoriano, encontró uno con el que no sólo logró conservar esta
especie, sino también asegurar el financiamiento de sus estudios.
Todo comenzó cuando en 2016, el último jambato negro en existencia
escapó del Centro Jambatu de Investigación y Conservación de Anfibios en
Ecuador. Las autoridades del instituto ofrecieron mil dólares de recompensa a
quien lo encontrara.
David, junto con su hermano mayor, jugaban en un campo de alfalfa al
lado de su pequeña cabaña, cuando escucharon croar al jambato negro. Después de
dejarse llevar por los sonidos del animal, David lo encontró y se lo mostró al
cura de la comunidad, quien ya había sido notificado por parte del Centro
Jambatu sobre la desaparición del sapo.
Tanto el sacerdote como David enviaron una fotografía a los
responsables de la búsqueda del anfibio, sin embargo, consideraron que no
correspondía con el sapo que creían extinto. El niño insistió en que sí era la
especie que buscaban y con una segunda fotografía, la institución ecuatoriana
reconoció que sí era el jambato negro que escapó de sus instalaciones.
Cuando David fue entrevistado por medios locales, aseguró que ese
dinero lo quería para financiar sus estudios, pues a través de ellos quiere
sacar adelante a su familia.
Al principio decía que el dinero lo utilizaría para construir una mejor
cabaña, pero sus padres lo convencieron de que lo usara para estudiar y, en un
futuro, poder hacerse de una casa en donde vivieran con comodidades.
David dijo que su mayor satisfacción fue saber que a finales de junio
de este año los científicos del Centro Jambatu anunciaron el nacimiento de 500
sapos negros en un ambiente controlado. A través de Luis Coloma, director del
centro, se dio a conocer que se trata del primer anfibio conocido proveniente
de Ecuador.
El siguiente paso es reintroducirlos en su hábitat aunque, según
Coloma, los planes también son la inclusión de la comunidad para seguir con su
rescate.
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