OPINIÓN… VILTIPOCO10000: AGOSTO 16 DE 2010…
Por Alonso Camacaro
elaragueno.gesindoni.com.ve
11-08-2010
Un destino turístico puede ser un paraíso, pero si el público no sabe de él, es como si no existiera para el resto del mundo. La palabra, el don de comunicarnos entre unos y otros, es el más importante de los dones concedidos por el Creador a los humanos, ya que sin este don el poder de razonar que nos distingue de los animales no tendría mucho valor, al no poder compartirlo con nuestros semejantes.
En consecuencia, el poder de comunicarnos es imprescindible para poder compartir con los demás, de forma organizada e inteligible, nuestros descubrimientos, nuestros anhelos, nuestros planes, nuestras inquietudes... Y todo lo demás que sentimos o pensamos. Por tanto la comunicación es imprescindible y base fundamental de la promoción de un "producto turístico".
Para que un objeto, servicio, propiedad, sector, zona, región, o país se convierta en una atracción turística con caracteres de "producto" es necesario que este potencial producto llene una serie de requisitos mínimos que son necesarios, antes de que este pueda considerarse en condiciones para poder competir con los múltiples "productos" similares que optan por el favor de los consumidores (los turistas). El requisito final, antes de su lanzamiento y para su posterior permanencia en el mercado es: la comunicación.
En otras palabras, el sector turístico debe tomar en cuenta a los forjadores de la opinión pública (medios de comunicación y periodistas), antes de embarcarse en proyectos aventureros o potencialmente controversiales, y si no lo hace, tampoco puede exigir que estos forjadores de la opinión pública callen, escondan o ignoren las debilidades o efectos negativos de dichos proyectos. En resumen, cada producto turístico debe estar acompañado de una estrategia de comunicación profesionalmente diseñada.
Sin embargo, es importante advertir que la comunicación por sí misma, y por excelente que sea, no produce milagros. Un producto que no reúne la mayoría de las condiciones para satisfacer al consumidor no podrá sobrevivir como tal porque, aún aplicando una extraordinaria campaña de comunicaciones, hay que recordar el axioma que reza más o menos así: "Podrás engañar a mucha gente por un tiempo, pero no podrás engañar a todo el mundo, todo el tiempo".
Es por ello que antes de siquiera pensar en tratar de colocar un producto que reúna las cualidades mínimas para entrar a competir en un mercado (cualquiera que este sea, o la dimensión del mismo), es preciso desarrollar, moldear, acondicionar y finalmente ocuparse de la presentación de ese producto. Dicho de una forma figurativa: "La mujer del César, no sólo debe ser fiel y honesta, sino que, además, debe parecerlo".
En otras palabras, la estrategia de comunicaciones para un producto no puede de ninguna manera estar sostenida sobre la base de una mentira, aunque sea una verdad a medias. El producto debe reunir absolutamente todas las cualidades y bondades y algunas veces debe ser más de lo que se prometió; lo que los especialistas en marketing catalogan como "over delivering" (dar más de lo esperado). Y si tiene debilidades notorias, es mejor comunicarlas antes de que el visitante lo descubra por sí mismo, porque si no se dice, el resultado será doblemente fatal.
Pero todas las bondades que puedan comunicarse acerca de un producto turístico pueden ser anuladas por el mal comportamiento de la comunidad receptora. Es aquí donde surge la responsabilidad social de los comunicadores y de los medios, pues más allá de potenciar la oferta de un destino, estos deben impulsar la formación y educación de las comunidades para que protejan y preserven el patrimonio natural y cultural de su entorno.
El turismo permanente y sostenible requiere de la preservación del patrimonio, pues sin este no hay turistas. En este sentido, el turismo es un medio para proteger ese patrimonio y difundirlo. Las experiencias del pasado demuestran que cuando la economía va por encima de la cultura -y se necesita de la economía para salvaguardar la cultura- se hace necesario encontrar entre estos dos componentes un entendimiento que permita que "todos ganen".
En realidad el turismo y la economía -a largo plazo- necesitan que el patrimonio esté bien conservado, que no se destruya, para poder seguir promoviéndolo una y otra vez como atractivo fundamental. Por eso no debería tolerarse la demolición de edificios patrimonio de la ciudad. Y si existe una legislación que los ampara, debe cumplirse y preguntarse por qué no se le respetó.
En este contexto, es importante el rol de los medios de comunicación para concienciar a la gente sobre su conducta respecto del patrimonio. Son los periodistas quienes tienen el poder sobre la opinión pública, y por ende la mayor responsabilidad en la estimulación del turismo y la preservación del patrimonio.
Waldo Darío Gutiérrez Burgos
Descendiente del Pueblo de Uquía – Omaguacas
Editor de Viltipoco10000 y Director de Cer-Omaguaca
“…"Ustedes los blancos presumían que éramos salvajes... Cuando cantábamos nuestras alabanzas al Sol, a la Luna o al Viento, ustedes nos trataban de idólatras. Sin comprender, ustedes nos han condenado como almas pérdidas, simplemente porque nuestra religión era diferente de la vuestra. Nosotros veíamos la Obra del Gran Espíritu en casi todo: el Sol, la Luna, los Árboles, el Viento y las Montañas; y a veces nos aproximábamos de Él a través de ellos: ¿Era eso tan malo?...”
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