OPINIÓN…
VILTIPOCO10000: MARZO 05 DE 2018…
Las 'narconovelas', las
telenovelas (o 'telebobelas') turcas, la sección de farándula de los
noticieros, la televisión chatarra y los programas de risas de los medios de
comunicación poderosos dan rabia, porque les hace falta rigor, calidad,
compromiso y pasión por la verdad, que dijo el filósofo mexicano Fernando Buen
Abad. Las cosas importantes de la sociedad las tratan con demasiada
mediocridad. Quizá pretenden trivializarlo todo para luego hacerlo trizas.
No pocas veces los
medios comercializadores de noticias suprimen la esencia para hinchar la
apariencia de los hechos (algo equiparable con la posverdad). Con frecuencia
los comerciantes de la información proveen verdades a medias, realidades fuera
de contexto o distorsionadas, o exprimen al extremo la tan cacareada
equidistancia periodística, que, como advierte el periodista español Pascual
Serrano, consiste en ponerles micrófonos a dos versiones enfrentadas, para
ahorrar el esfuerzo que exige la investigación de la autenticidad de los
acontecimientos o —sencillamente— para no granjearse enemigos y fingir
equilibrio informativo. Con todo eso, la equidistancia del periodismo no deja
de ser una actitud de gallina y mojigata.
Ya sabemos que una
verdad mal divulgada, retocada y manoseada corre el riesgo de convertirse en
una falsificación de la realidad; digo más, se convierte en una falsa noticia,
sobre todo cuando se ansía influir en la opinión pública y ganar audiencia. Ya
sabemos que el deseo de impactar y lograr la conversión de más seguidores,
modelándolos para determinados fines conlleva el peligro de tejer y difundir
embustes. Quien se aplica a la orfebrería del engaño se constituye en un
embustero manipulador de sucesos. El que deliberadamente repite mil veces una
mentira es mil veces un mentiroso.
Las enormes
corporaciones mediáticas adquieren cada vez más la misma forma y estilo de las
fábricas de noticias falsas. Sostienen abundantes puntos de comparación entre
sí, dada la similitud manifiesta entre lo que informan y el fenómeno de las
noticias falsas, comparable con los procedimientos usados por la comunicación
estratégica de guerra en la falsificación de los hechos objetivos, lo cual es
semejante a las mentiras encubiertas. Por ejemplo, los medios mexicanos
transmitieron para el mundo durante 16 horas la noticia de la niña Frida Sofía
atrapada bajo escombros que resultó falsa.
La razón de ser de
cualquier empresa comercial normal es la misma: producir, vender y obtener
ganancias financieras a través de la combinación de las más efectivas tácticas
de mercadeo de su producto, mercancía y/o servicio. Así también ocurre con la
cadena de producción de la mercancía informativa. La validez de la analogía
tiene lugar toda vez que las agencias distribuidoras de noticias fundaron el
mercado de la información, y son precisamente ellas las que atienden la demanda
de los clientes. ¡Vaya negocio redondo!
Los medios de
comunicación mercantiles poseen el desafío de abstraerse de la realidad
planteada por el negocio de traficar con noticias si no desean incurrir en el menoscabo
de la veracidad de la información. Personalmente, tengo la curiosidad de saber
cómo ejercen su compromiso con la verdad, pues no es fácil excluirse del
envolvente círculo vicioso de la narrativa engañosa, luego de que se ha entrado
en ella.
En ese mismo orden de
ideas, vale la pena traer a cuento lo que el canal RCN obró con la memoria del
asesinado periodista y humorista colombiano Jaime Garzón. Lo que efectuó el
canal no tiene nombre. Conviene someter su producción a un examen de rigor, a
fin de descartar una posible revictimización de este gigante hombre. La vida de
esta gran alma la han reducido a menudencias. Presentí que la susodicha
telenovela iba a estropear tanto la memoria de Jaime como la mía, es decir,
maltrataría la genialidad que recuerdo de él, pues él vive en el corazón y el
imaginario de las gentes.
A uno le duele la razón
cuando mira ese chambón producto televisivo que lo único que tiene de Jaime es
su nombre; sufre cantidad. La vida de Jaime merece otro epílogo, ya que él
pensó el país y se rio del poder en Colombia; y en un país intolerante eso es
un peligro. El mejor tributo que se le puede realizar a Jaime es honrarlo,
especialmente ahora que él mismo no puede defenderse.
Pero no. Ahí quedó
pintada la industria de la televisión residual. Es como si tuviera derechos,
pero ningún deber. Su responsabilidad social de honrar la verdad de los hechos
sufre de desnutrición crónica, en tanto que su libertinaje de expresión padece
de obesidad mórbida. La libertad de expresión no es un cheque en blanco. Nadie
puede creerse con salvoconducto para mentir.
La elefantiasis de los
medios de comunicación dominantes es espantosa. No deberían hacerse los de la
vista gorda delante de la voladura del tejido social, ni propiciarlo. Su
libreto tiene que ser algo más que distraer con rumores. El espacio de
entretenimiento lo rebajaron para hablar exclusivamente de los chismes de la
farándula. El arte también tiene derecho a la vida.
Tampoco nosotros podemos
encogernos de hombros ante la erosión social. El negocio de embrutecer a la
gente merece el rechazo social total. Pongamos por caso el fantasma de las
series de televisión mexicanas que recorre América Latina. Presentan a los
padres como a unos malvados cuando ellos no les complacen a sus hijos todos sus
caprichos.
La enorme mayoría de los
adolescentes adolecen de las destrezas para tomar decisiones cruciales. A tan
temprana edad muchos no saben tomarlas todavía, porque no están lo
suficientemente entrenados para ello. Sé que hay personas que llaman experiencia
a los ochenta años de estar repitiendo los mismos errores de toda la vida.
Pareciera que la televisión estimulara la mala crianza y tuviera el interés de
hacer añicos el tejido social.
Sería espléndido que sus
actuaciones desdijeran la idea de que los medios opulentos justifican el fin
del tejido social. Sería maravilloso que colaboraran en algo a que la sociedad
no continuara pudriéndose, revelando la verdad. Vamos a crear cultura entre
todos y para todos. Si hay un público exigente y formado con calidad, ganamos
todos, puesto que la calidad exige esmero, dedicación y persistencia, además de
ser un hábito, no un acto.
Despertemos la crítica,
porque toda crítica justa es solidaria, un acto humanitario, un gesto de
generosidad cuando se parte del principio de que el criticado cuenta con el
talento de ser mejor y ubicarse en otro nivel superior. Por eso, exijamos
calidad y verdad. Ayudemos a los medios de comunicación que no estén
comprometidos con la verdad a que se quiebren, no viéndolos, ni oyéndolos ni
leyéndolos. Volvámosles la espalda a sus chambonadas y el engaño. No más
mentiras ni posverdad. ¡Basta ya de manipulación y tergiversación!
Viltipoco10000
Opinión y Contrainformación Omaguaca
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