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Opinión: La separación entre la vida privada y la vida pública
Opinión: La separación entre la vida privada y la vida pública
OPINIÓN… VILTIPOCO10000: MARZO 13 DE
2016…
xAgustín
García Calvo*
Tortuga
Viernes 4
de marzo de 2016
Tendríamos
que aspirar a que no hubiera más moral del comportamiento del Individuo, de la
Persona, que nos importa un bledo: que se tratara, simplemente, del
comportamiento y de la vida de la comunidad, de lo común. Eso quiere decir
romper este sacramento, que es el principal del Régimen, de la separación entre
la vida privada y la vida pública.
De qué
diablos nos sirve que aquí discutamos grandes cosas contra el Estado, contra el
Capital, que examinemos con cierta lucidez los mecanismos de esos monstruos que
nos oprimen, si luego llegamos a casa y nos encerramos a reproducir el
individualismo.
Nos
tienen viviendo como fragmentos del común mirándonos al espejo roto de Narciso
para saber cuál es la más bonita o el más macho.
A mi
entender (supongo que en eso estaréis muchos conmigo), no hay cosa más urgente,
desde un punto de vista político, que para mí se confunde con el moral, no hay
nada más urgente que atacar la separación entre vida privada y vida pública. Es
decir, atacar seriamente y de frente al individuo personal.
Se
comprende bien la necesidad y la urgencia: la necesidad, porque en la
tradición, no voy a decir revolucionaria, sino revoltosa, en la tradición
secular de rebelión de los de abajo contra los de arriba, esta confusión, este
engaño que se centra en la persona sigue, por desgracia, todavía haciendo mucho
daño, no está debidamente atacado: todavía se sigue con el pensamiento de que
cuando se grita libertad, se está gritando libertad del individuo, libertad de
uno. Esto es una cosa que tal vez los abuelos anarquistas se podían permitir,
porque la historia no estaba tan configurada como está en la sociedad del
bienestar; se podía permitir, hasta cierto punto, esta confusión, era tal vez
venial, pero, desde luego, en la perfección del sistema, nosotros no podemos
consentírnoslo ni por un momento.
Si
queréis muestras de la importancia del asunto, pues ya veis que justamente la
democracia desrrollada, el régimen que padecemos, justamente ha tomado como
apoyo último, eso, el individuo. Lo que Ellos, lo que los Ejecutivos llaman el
Hombre, de vez en cuando, con mayúsculas. El Hombre, que quiere decir un hombre
cuya ansia consiste en asegurar el futuro y desde ese momento es un hombre que
es dinero, porque no hay más tiempo que el futuro, no hay más tiempo vacío que
el futuro y el tiempo vacío es la verdadera forma del dinero.
De manera
que si somos conscientes, y más que conscientes, lo padecemos cada día, de
hasta qué punto el Régimen, el actual, el único del que debemos ocuparnos de
frente y de perfil, está fundado sobre el Individuo y en la creencia de la
libertad personal, libertad de compra y venta, libertad de expresión, y todo
tipo de libertades, pero siempre libertades de uno, de Fulano y de Mengano,
entonces, creo que no cabrá duda de que no puede haber un tema más importante,
desde el punto de vista político, que intentemos atacar eso.
Por otra
parte, es el más inmediato, y por eso os voy a dar la voz enseguida, porque no
hay ninguno de vosotros que pueda decir que no tiene nada que decir sobre la
cuestión. Porque todos tenéis vida privada, por desgracia. Todos tenéis vida
privada y, si tenéis vida privada, estáis sujetos a la moral, a una moral
separada de la política, y ésta es la desgracia principal que nos oprime.
Tendríamos que aspirar a que no hubiera más moral del comportamiento del
Individuo, de la Persona, que nos importa un bledo: que se tratara,
simplemente, del comportamiento y de la vida de la comunidad, de lo común. Eso
quiere decir romper este sacramento, que es el principal del Régimen, de la
separación entre la vida privada y la vida pública.
De qué
diablos nos sirve que aquí discutamos grandes cosas contra el Estado, contra el
Capital, que examinemos con cierta lucidez los mecanismos de esos monstruos que
nos oprimen, si luego llegamos a casa y tenemos a la mujer, o al “tronco” al
lado, que nos dice “Ah, pues ¿qué ha dicho Fulano? ¡Qué buenas ideas tiene el
tal! Pero se ha puesto un poco pesado, ¿no?, ¿tú que crees? Apaga la luz de la
escalera, vámonos a la cama”. Y todo, toda la discusión aquella, al llegar a la
escalera, al comedor, a la alcoba, los símbolos que empleo de la vida privada,
ha quedado reducido a nada. Todo allí ha venido a ser juzgado como en una
última instancia por la conversación, por ejemplo, conyugal entre los dos
miembros de la pareja o con cualquier otra tontería por el estilo.
De manera
que no hace falta mucho más para convenceros, creo, de la inutilidad de
intentar hacer ninguna política que se mantenga al margen y que no ataque
directamente la vida privada al mismo tiempo. Que no ataque, es decir, esa
separación.
*Agustín García Calvo
Contra el Hombre
Fundación de Estudios Libertarios Anselmo
Lorenzo, Madrid 1997
Fuente:
Waldo
Darío Gutiérrez Burgos
Descendiente
del Pueblo Uquía, Omaguacas
Director
de ‘Viltipoco10000’, ‘Cer-Omaguaca’ y ‘ArgosIs-Internacional’
Argentina: Macri y los derechos humanos en Argentina
Argentina:
Macri y los derechos humanos en Argentina
ARGENTINA… ARGOS: MARZO 12 DE 2016…
xJosé
Carlos Díaz Zanelli
Servindi,
11 de marzo, 2016.-
El más
reciente informe de Amnistía Internacional para Argentina reveló que este país
cuenta con 200 conflictos pendientes vinculados a pueblos indígenas. Este, sin
duda alguna, es uno de los más grandes retos que tendrá que enfrentar la
administración de Mauricio Macri quien asumió la presidencia de dicho país en
diciembre del 2015.
“Ahora los derechos humanos no son sueños
compartidos y los curros que han inventado. Con nosotros, todos esos curros se
acabaron”, declaró Macri en
diciembre del 2014 cuando se perfilaba como candidato presidencial. El hoy
gobernador anunciaba que cortaría el presupuesto y la asistencia a las causas
vinculadas a los derechos humanos en caso de ser gobierno.
¿Cómo
piensa resolver entonces los 200 conflictos indígenas que padece su país?
De
momento Macri ha tenido más enfrentamientos con los colectivos argentinos de
derechos humanos. En los primeros meses de su gestión no se ve una política
clara frente a este tema.
Conflictos
con activistas
La
mayoría de los 200 conflictos indígenas sin solución en Argentina tienen que
ver con problemas de desalojos, medio ambiente, violencia, uso de la tierra y
criminalización. Y la brecha entre el gobierno y la solución de estos problemas
ha ido ahondando en las últimas semanas.
“Macri no dijo nada respecto a la política de
Derechos Humanos, no hay una política de Derechos Humanos para el país”, se
quejó Alfredo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz y activista argentino por
los derechos humanos.
Por
último, el presidente argentino también ha tenido un enfrentamiento abierto con
la lideresa de las Abuelas de Mayo, Estela Carlotto, quien cuestionó la
posibilidad de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, entregue un
reconocimiento en derechos humanos a Mauricio Macri.
Fuente:
Waldo Darío Gutiérrez Burgos
Descendiente del Pueblo Uquía, Omaguacas
Director de ‘Viltipoco10000’, ‘Cer-Omaguaca’ y ‘ArgosIs-Internacional’
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Opinión: El panorama geopolítico global
Opinión: El panorama geopolítico global
OPINION… VILTIPOCO10000: NOVIEMBRE 06
DE 2013…
xMiguel
Guaglianone
Reenviado por Julio Fernández
Carmona*
Al
respecto quisiera hacer primero una breve introducción. Para saber exactamente
hacia dónde va el mundo, tendríamos en verdad que tener la Bola de Cristal de
las adivinas. El análisis socio político e histórico lo más que puede hacer es
analizar las circunstancias y generar una serie de escenarios probables y/o
posibles.
Los
sistemas socio históricos no son sistemas lineales, son sistemas complejos. Los
sistemas complejos entran dentro de la comprensión de la Teoría del Caos. Según
ella, cuando los sistemas complejos entran en estado caótico, se vuelven por
definición estructuralmente impredecibles. Lo que podemos establecer es lo que
la misma teoría denomina como "atractores extraños" que no son otra
cosa que parámetros que delimitan el área de cambios en la cual el sistema se
va a desplazar.
Por eso
cuando hablamos del proceso socio histórico, lo más que podemos hacer es
establecer algunos escenarios, y aun así por más cuidadosamente que se realice
esta tarea, muchas veces la historia nos sorprende con hechos absolutamente
inesperados, cuyas características no pudimos tener en cuenta por anticipado.
Por eso nuestro mejor intento cuando queremos explorar el tema de este Foro
radica en tratar de hacer un análisis muy completo, para poder acercarnos lo más
posible a la realidad futura.
En el
primer Foro de esta serie que se realizó en julio de este 2013 intentamos
analizar la crisis general de nuestro sistema-mundo, tratando de mostrar que
esta crisis que estamos viviendo es algo más que una crisis económica, es algo
más que una crisis cultural, es una crisis que tiene una serie de aspectos que,
a nuestro entender la están definiendo como una crisis civilizatoria.
Quien
está en crisis no es el Capitalismo, quien está en crisis es nuestra
Civilización Occidental, esa Civilización Occidental que naciera después de la
caída del Imperio Romano, que se desarrollara durante los mil doscientos años
de Edad Media, que tuviera unos inmensos cambios hace quinientos años en el
Renacimiento, y que hoy parece estar en plena fase de desintegración, según el
modelo planteado por Arnold Toynbee.
Para
complementar esa primera visión, hoy intentamos abordar un aspecto más concreto
de esa realidad, que es la visión geopolítica de nuestro actual sistema mundo.
Con una mirada lo más amplia posible para tratar de abarcar el mayor número de
variables que conforman el sistema global.
Para
comenzar en alguna parte, podemos utilizar como antecedente cercano de nuestra
situación geopolítica contemporánea, basándonos en las categorías de
distribución del poder de unipolaridad, bipolaridad y multipolaridad, la
situación del mundo a comienzos del siglo XX. En ese momento el control del
panorama internacional estaba en manos de varias potencias europeas
(Inglaterra, Francia, Holanda, Alemania).
La
mayor parte de ellas habían manejado a su antojo el planeta durante los siglos
XVIII y XIX, porque disponían de flotas armadas que les permitían tener acceso
(y atacar) a todas las regiones del mundo, con lo que generaron el sistema
colonial, del cual lamentablemente todavía somos herederos. La mayor parte de
ellas entran al siglo XX en un proceso de decadencia de su poder, que empiezan
a ceder a potencias emergentes como los Estados Unidos, que a partir de la
ultima cuarta parte del siglo XIX decide su vocación imperial, a partir de las
acciones del presidente McKliney, quien invade la Filipinas y Hawai, definiendo
así a ese país como una potencia internacional. EE.UU. es la potencia emergente
al principio del siglo XX. Casi cuarenta años, dos guerras mundiales y más de
sesenta millones de muertos costó el cambio desde esa multipolaridad hacia la
bipolaridad que se genera después de la Segunda Guerra mundial y que va a crear
el fenómeno llamado la Guerra Fría.
La
Guerra Fría fue un proceso social bastante inédito, durante cuarenta y cuatro
años se vivió una situación de guerra-no guerra. Es decir un estado con todas
las características de la guerra, pero sin el conflicto armado masivo que
generalmente es parte de ella. El inmenso costo de los más de sesenta millones
de muertos todavía pesaba. A partir de 1945 entonces, el mundo quedo repartido
entre las dos grandes superpotencias, por un lado los Estados Unidos y por el
otro la Unión Soviética. Durante la Guerra Fría la geopolítica tomó características
especiales, se generó un cierto status quo ambas partes respetaron.
Cada
una de ellas intentó expandir su poder y sus zonas de influencia, pero ambas
respetaron ciertas reglas. Un ejemplo desde el lado de la izquierda, lo muestra
como durante la Guerra Fría, la mayor parte de los Partidos Comunistas de
Occidente (con distintas gradaciones de independencia, como la del Partido
Comunista Italiano) respondían a la línea política de Moscú y esa línea
política definía condiciones a los militantes.
Los
partidos comunistas en Occidente tenían como objetivo ganar curules en los
parlamentos a través de los votos, e influencia política en los sindicatos y
organizaciones sociales. Pero en ningún caso (posiblemente con la excepción en
Latinoamérica de Venezuela) deberían tomar las armas, porque esto era parte del
respeto al status quo establecido entre los dos grandes contendores. También
sucedía desde el otro lado, Estados Unidos intentaba desestabilizar algunos
países que estaban bajo la influencia soviética, pero había lugares donde no se
metían.
Este
fue el fenómeno de la Guerra Fría, y de la bipolaridad mundial. Dos focos de
poder en el mundo, un cierto equilibrio entre ambos focos y cuarenta y cuatro
años de ese sistema, que de alguna forma condicionarían todo lo que sucederá
posteriormente. La Guerra Fría culmina oficialmente en 1989, cuando se produce
el colapso y disolución de la Unión Soviética. Cuando esto sucede, los Estados
Unidos intentan tomar el rol de única superpotencia e intentan que los cuarenta
y cuatro años de bipolaridad se conviertan en una nueva era de unipolaridad. Y
en alguna medida al principio lo logran, las décadas de los 80 y los 90 son un
período de dominio absoluto de la visión norteamericana y del neoliberalismo
que la acompaña y que llegó a permitir los excesos ideológicos de Francis
Fukuyama quien llegara a plantear el Fin de la Historia y el Fin de las
Ideologías. Habíamos llegado al estado perfecto para el mundo, una hegemonía
neoliberal con la conducción de los Estados Unidos y eso iba a ser como el
sueño del Tercer Reich, mil años de dominio total.
La
verdad es que ese sueño va a durar muy poco, un máximo de diez o quince años.
Ya en la década de los 90 empiezan a aparecer en todo el mundo los síntomas de
que las cosas no serán tan así. De que esa autonombrada unipolaridad, ese auto
designado papel de gendarme mundial, no será una realidad sólida.
Nuestra
contemporaneidad está caracterizada porque gran parte del dominio sobre grandes
contingentes humanos se realiza a través de la generalización de mitos
mediáticos. El gran poder de los medios corporativos de comunicación además de
falsa o sesgada información, transmite ideología, valores, formas de vida. En
este proceso utiliza toda una serie de mitos que sirven para la persuasión de
las grandes masas. Un ejemplo contemporáneo con el cual nos vemos diariamente
saturados es el mito de la democracia.
En este
momento Occidente intenta, a la vez que alimenta la demonización del Islam como
su enemigo principal, la imposición de la democracia a esa serie de pueblos
"barbaros" que no conocen la mejor forma de gobierno que existe. Y
resulta que la democracia que se intenta imponer es una democracia
"chucuta", la democracia representativa de partidos. Un invento
extraño a las culturas no europeas, creado por la Civilización Occidental en la
Revolución Francesa. Parte de este mito es también la búsqueda de la libertad.
Se invaden los países para "darles libertad".
Entre
todos esos mitos, también está el de la omnipotencia del estado imperial, que
es el gendarme natural del planeta. Pero, la realidad es muy porfiada. A partir
de la década de los 90 empiezan a surgir en el mundo nuevos polos de poder. Hay
por ejemplo una China que no solo se convierte en una gran potencia industrial,
sino que empieza a convertirse en una potencia política, apoyada no solamente es
su poder material, sino en una tradición de cuatro mil años de historia de
diplomacia y manejo del poder. Hay una Rusia que se recupera del disparate
neoliberal posterior a la caída de la Unión Soviética, donde destruyeron a una
inmensa nación, la parcelaron, la vendieron y la privatizaron. Pero un
movimiento restaurador, con Vladimir Putin y sus aliados a la vanguardia,
vuelve a estructurarla como nación, y vuelve a convertirse en un polo de poder
en el mundo. Aparece lo que ahora llamamos los BRICS, donde además de Rusia y
China están Brasil, la India y Sudáfrica. Y aparece también un movimiento de
integración latinoamericano del cual Venezuela comandada por el Presidente
Chávez es pionera, al que todos conocemos por estarlo viviendo desde dentro, y
que constituirá otro nuevo polo de poder en el escenario global.
Como en
todos los procesos complejos, hay siempre un juego de Yin y Yang, de dialéctica
dirían algunos. Los nuevos focos de poder crecen, mientras el foco de poder
anterior declina. Ninguno de estos procesos es causa del otro, ambos son partes
del proceso general del sistema geopolítico mundial.
Lo que
parece más evidente es que los Estados Unidos no están logrando el objetivo de
mantenerse como potencia hegemónica unipolar, porque están allí los síntomas
que todos conocemos. Estados Unidos es la mayor potencia militar del planeta,
nadie puede negarlo. Su gasto militar es mayor que la suma de todos los gastos
militares del resto de los países del mundo juntos. Pero aparentemente aparece
algo que llamamos "efecto dinosaurio". Ese inmenso poder militar, en
este momento en que tienen una gran crisis económica les está provocando unos
problemas de logística e infraestructura monstruosos. Hemos leído un par de
informes muy serios de analistas norteamericanos, donde se dice que EE.UU. no
está en condiciones de empezar ninguna otra guerra, porque no tiene siquiera el
dinero para la alimentación y las medicinas de sus tropas. Aunque parece algo
ridículo, no es de extrañar que esto fuera cierto, han crecido tanto
militarmente que se han convertido en inoperantes. Posiblemente esto tenga que
ver con sus fracasos militares en Irak y Afganistán. Allí hay un
empantanamiento en dos guerras que teóricamente, desde el punto de vista de la
guerra clásica tendrían que haber ganado rápidamente.
Los
fracasos militares estadounidenses les han obligado a buscar lo que llamamos
una "guerra por mampuesto". Lo que hicieron en Libia, donde los EEUU
no corrieron con el gasto militar de atacar ese país, haciendo que fueran los
países europeos de la OTAN los que pusieron los costos de 78.000 misiones de
bombardeo en 90 días, que devastaron la infraestructura de la nación libia y no
dejaron piedra sobre piedra. Estados Unidos logró que eso lo pagara la OTAN.
Recientemente, cuando Obama estaba amenazando con atacar Siria, su Secretario
de Estado John Kerry explicaba que el gasto no lo iban a pagar ellos, sino que
los países petroleros árabes aliados estaban dispuestos a hacerse cargo de él,
porque aun el bombardeo a distancia con misiles de crucero les iba a costar una
millonada de dólares. Hasta ese punto allí, en el aspecto militar es donde
aparece un aspecto concreto de la pérdida de poder. Pero hay otros síntomas, en
los últimos tiempos han sido claros los fracasos diplomáticos monstruosos de la
Casa Blanca y del presidente Obama que es quien ha puesto la cara. Todo el caso
Snowden, donde los Estados Unidos quedaron en ridículo a nivel diplomático. Hay
que leer las múltiples amenazas que los Estados Unidos hicieron a Rusia y a todo
país que se atreviera a darle asilo a Edward Snowden. A pesar de ello, tres
países latinoamericanos concedieron ese asilo, y Rusia le otorgó un asilo
provisional por un año, y no pasó nada. Lo más que hicieron los EEUU fue una
declaración donde expresaban el "disgusto" que les producía la
decisión rusa. Este fue un papelón diplomático. El segundo de ellos fue Siria.
Obama declara que va a atacar Siria, aun sin el aval del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas, pero al final no puede hacerlo. Hay primero una inmensa
oposición interna, casi el 70% de la opinión pública estadounidense en contra.
Decide buscar el apoyo del Congreso y descubre que los congresistas, que de
alguna manera dependen de sus electores, no están dispuestos a acompañarle en
una nueva aventura militar. Y aparece la intervención diplomática de Rusia
encabezada por Vladimir Putin. Estamos hablando de un hombre que viene de la
KGB, de un "duro" que se ha ido puliendo como estadista y ha logrado
reconstituir las estructuras del poder del Estado Ruso. Hace poco veíamos un
análisis que mostraba como en Rusia, a pesar de que todo está privatizado,
resulta que todas las grandes compañías están realmente controladas por el
gobierno. Un ejemplo es la ROSOBONOEXPORT, la empresa rusa que exporta todas
las armas que fabrican. Rusia es uno de los principales proveedores de armas
del mundo, sus armas en general son de muy buena calidad y muy baratas,
Venezuela las compra a Rusia, y no solo nosotros sino varios otros países de
Latinoamérica le están utilizando como proveedor. Esta empresa que centraliza
la comercialización de armas de las fábricas rusas, está presidida nada menos
que por el propio Vladimir Putin. Así el Estado controla además las principales
compañías, como la de petróleo, del gas y otras. Ese es el mayor logro de la
fuerza política que encabeza Putin, han logrado proporcionar una nueva
estructura a un Estado que con la caída de la Unión Soviética y los disparates
de Boris Yeltsin había quedado deshecho.
En este
caso siempre hay una variable cultural, ese estado es el de la vieja Rusia
zarista que creara Iván el Terrible, que no cambió demasiado durante el periodo
de la Unión Soviética (estamos hablando de la estructura del Estado), un Estado
que había sido destruido al colapsar la URSS, y que han logrado reinstaurar.
Han podido lograr que ese inmenso país (creemos que sigue siendo el de mayor en
extensión geográfica en el mundo) vuelva a convertirse en un factor de poder a
nivel internacional. Y en la crisis de Siria lo ha demostrado fehacientemente,
logró una solución diplomática que le dio a Obama una cierta salida del brete
en que se había metido al declarar que iba a atacar Siria por su cuenta. Rusia
propuso la destrucción del arsenal sirio de armas químicas, cosa que es realmente
un acto "pour la galerie". Las armas químicas, y hay aquí varios
militares que conocen bastante más que nosotros de esto y pueden avalarlo, no
son fundamentales en la guerra moderna, ni siquiera lo son las armas nucleares.
Siguen siendo las armas convencionales las que deciden los conflictos de guerra
(hablando de guerra clásica, sin tocar el tema de Guerra de Cuarta Generación).
Las armas químicas responden al viejo clise de que utilizarlas es lo mismo que
si dos boxeadores pelearan en el ring con granadas. Es muy difícil hacer que
las armas químicas maten al enemigo y no afecten a los propios o no contaminen
o no provoquen resultados inesperados o a largo plazo. Entonces es claro que
todo el asunto de las armas químicas fue un pretexto para poder atacar Siria,
aunque pareciera que parte de la decadencia de poder de EEUU también tiene que
ver con que no dispone de estrategas eficientes. No parece existir nadie que
cuando la Casa Blanca decide atacar un país, se dedique a estudiar seriamente
sus antecedentes históricos.
Voy a
referir una anécdota al respecto, en 1962 tuvimos el honor de estar presentes
en una conferencia que diera en Montevideo el gran historiador británico Arnold
Toynbee, padre del inmenso Estudio de la Historia, que creemos puede ser el mejor
estudio realizado sobre las civilizaciones como procesos socio históricos
humanos. En esa conferencia hizo tres previsiones para el futuro, vamos a
hablar solamente de la que queremos mencionar como ejemplo. En 1962 los Estados
Unidos todavía no habían mandado tropas a Vietnam, y el dijo que los Estados
Unidos iban a entrar a pelear en Vietnam, y que al igual que Francia una década
antes, iban a tener que irse de Vietnam. Porque nadie había realizado un
estudio de la historia del pueblo vietnamita, de como ese pueblo ha contenido
durante 2000 años al Imperio Chino y como esa es una cultura que tiene una
formación para la guerra. Formación que no está fundamentalmente en la
tecnología ni en las armas, sino en la forma en cómo la gente hace las cosas. Resulta
que la previsión se dio completa, en 1964 después de la muerte de Kennedy,
Johnson manda las tropas a Vietnam y años después los estadounidenses deben
abandonar el país sin haber logrado ganar la guerra. ¿Por qué Toynbee lo sabía
antes de que comenzara? Porque era un historiador con una gran visión, que
sabía que los procesos históricos no son puntuales, sino que tienen siempre
antecedentes que los determinan. Cuando uno quiere hacer la guerra, tiene que
estudiar la historia del enemigo. Fue muy fácil destrozar Libia, porque Libia
no era un estado nación, era una confederación de tribus que Kadaffi (y este es
su mayor mérito político) había logrado mantener estructurada, y era un
territorio compuesto fundamentalmente por desierto, todo lo que permitía que
fuera muy fácil destruirlo con bombardeos. Agregando una gran equivocación de
Kadaffi, que cayó en la ingenuidad de creer que como Zarkozy y Berlusconi lo
abrazaban para las fotos y le aceptaban dinero para sus campañas políticas, el
ya era parte de la Civilización Occidental y se fue desarmando paulatinamente
para congraciarse con Europa. Pero con Siria el asunto es distinto, Siria es un
país en estado de guerra con Israel desde la Guerra de los 6 días. Recuerden
que Israel les ocupó militarmente las alturas del Golan y después las anexó a
su territorio, y desde allí apunta con sus cañones y proyectiles directo al
corazón del territorio sirio. Y Siria vive un estado de guerra desde hace
varias décadas. Thierry Meyssan, el director de la Red Voltaire nos contaba que
cuando Zarkozy llegó al poder había tenido que irse de Francia y fue a vivir a
Damasco. Decía que esta era una ciudad hermosísima, el problema es que vive en
estado de sitio y hay toque de queda todas las noches hace cuarenta años, lo
que impide recorrerla después que se pone el sol (recuérdese que hablamos de un
momento anterior al comienzo del conflicto actual en Siria). Entonces Siria es
un Estado que está en guerra con Israel, que en ningún momento se ha desarmado,
sino que ha llegado a desarrollar una infraestructura militar poderosa, que
comprende una defensa antiaérea basada en los proyectiles SS300 que son
aparentemente la joya rusa en sistemas antimisiles (Venezuela acaba de
adquirirlos y pudieron verse en el desfile del 5 de Julio) y cuando el
conflicto sirio se hizo candente, Putin envió a sus técnicos a repotenciar
estos sistemas de defensa. No iba a ser entonces lo mismo en Siria que en
Libia, sobre todo también porque Rusia y China no han estado dispuestas a
permitir que se hiciera en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la
misma jugada que dio una justificación "legal" al ataque a Libia, y
han empleado sistemáticamente su derecho a veto cada vez que los EEUU o alguna
de las naciones adláteres ha intentado una resolución que permita el bombardeo
en Siria. Un bombardeo que geográficamente tampoco hubiera sido tan fácil, ya
que si bien Libia está rodeada de desiertos y es un área relativamente grande,
Siria es más pequeña y está en un centro geográfico (esa es la principal razón
del ataque) rodeada de países "amigos" de los EEUU. Es muy difícil
bombardear Siria y no generar "daños colaterales" entre los aliados
como Israel o Turquía, no es posible (a pesar de que así lo publiciten los
medios) realizar bombardeos tan milimétricos, tan quirúrgicos, que solo existen
en la ciencia-ficción). Por eso los drones dejan tantos civiles muertos, porque
eso de que las nuevas tecnologías son tan precisas, es parte de los mitos
mediáticos. Sí, la tecnología resuelve una serie de cosas pero no tiene esa
condición de “perfecta” que se le adjudica.
Finalmente
terminando porque se agota el tiempo, nuestra distribución de la geopolítica
mundial es hoy otra diferente a la del siglo XX, y está, a decir de Walter
Martínez, "en pleno desarrollo". Grandes cambios se están
produciendo, el ascenso de los nuevos factores de poder, la forma en cómo estos
nuevos focos empiezan a asociarse y trabajar juntos en una relación diferente a
la de imperio-periferia. Como un ejemplo vemos el cambio en las relaciones comerciales
acelerado entre Latinoamérica y China y Rusia, quienes están colaborando en
acabar a los Estados Unidos como regente del comercio de nuestra región. Un
cambio que tiene que ver también con la adquisición de armamento, de
tecnologías y demás. Esto hace que la geopolítica se esté reordenando
constantemente, con la característica de surgimiento del protagonismo de nuevos
centros de poder y la decadencia y caída de los poderes anteriores. Podemos
establecer como escenario posible que los próximos quince o veinte años van a
generar un sistema geopolítico de nuevo aspecto, donde van a terminar de
concretarse los cambios que analizamos y es muy probable que surjan nuevos
elementos que se agreguen al panorama posterior.
Los
escenarios posibles comprenden desde la Guerra Nuclear hasta la reordenación
completa del poder en todo el planeta, con las múltiples posibilidades
intermedias entre ambos extremos. Desde esta visión geopolítica entonces es que
podremos especular un poco hacia dónde va el mundo hoy.
Se
publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
*Julio Fernández
Carmona (Chiclayo - 1945) - Conocido en nuestro medio literario peruano como
Julio Carmona - Vigoroso Poeta, Ensayista, Escultor y formidable declamador,
cuyos ideales estéticos y doctrinarios socialistas le llevó a sufrir prisión en
la década del 90 del siglo pasado... Ejerce la docencia en la Universidad
Nacional de Piura en la Facultad de Educación... Su poética se inscribe en los
postulados estéticos de filiación proletaria sustentados en Perú por el Grupo
Intelectual Primero de Mayo, que integró desde 1970… Colaborador de la Agencia
de Información ArgoIs-Internacional en la Red: http://espanol.groups.yahoo.com/group/ArgosIs-Internacional
Waldo Darío Gutiérrez Burgos
Descendiente del Pueblo Uquía - Nación
Omaguaca
Director de Viltipoco10000
MIEMBRO
DEL 'GAPO', LA ‘OBNU’ Y ‘ARGOSIS-INTERNACIONAL’
"Nuestra ignorancia ha sido planificada por una gran
sabiduría"
Opinión: “Chávez fue el primero que quiso un socialismo con libertad”
Opinión: “Chávez fue el primero que quiso un socialismo con libertad”
OPINIÓN... VILTIPOCO10000: NOVIEMBRE 05 DE 2013...
xFernando Sánchez
La Marea
MADRID // El retrato del que fuera presidente de Venezuela que emerge de las páginas de Hugo Chávez. Mi primera vida (Editorial Debate), del periodista Ignacio Ramonet (Redondela, 1943), es el de un hombre brillante, de cultura vasta y autodidacta, una cultura impregnada de un refinamiento hijo de su primera vocación, la pintura, de sus raíces populares y del bagaje de un lector voraz. El hombre cuya voz recogió Ramonet en entrevistas que tuvieron lugar a lo largo de varios años citaba de memoria a Gramsci, a Teócrito, a Ortega y Gasset y a Marx. Ese militar que-según describe el periodista- recorría con sus manos los mapas de América Latina; esa persona que tenía a Simón Bolívar como faro, no se parece casi nada a la caricatura de golpista zafio que tantas veces han pergeñado sobre él algunos medios de comunicación. Ramonet, director de Le Monde Diplomatique en español y presidente de honor de ATTAC, se propuso luchar contra esa imagen de Chávez retratando al ser humano que precedió al líder. En esta primera vida, el lector no hallará el relato del desempeño como presidente de Hugo Chávez, sino “el territorio de su infancia y las raíces de su destino”.
¿Cómo se explica el abismo entre la persona refinada que usted describe y la imagen que de él han dado muchos medios?
Ese contraste da la medida de la enorme manipulación, de la demonización que ha sufrido Chávez. Yo tuve la ocasión de hacerle una entrevista larga cuando sólo llevaba varios meses como presidente y pude constatar que ese hombre, que aún no era objeto de tantos ataques pues acababa de llegar al poder, era un hombre culto, que citaba a Nietzsche, a Kant, a pensadores latinoamericanos, algo que me parecía excepcional para un militar. Entonces, cuando a partir del 2001 o 2002, empezaron las campañas tan violentas, tan caricaturales, en las que se le trataba de dictador, de caudillo, de golpista, ya desde entonces, me pareció que había una exageración hasta alcanzar los niveles que hemos visto estos años. Hemos visto aquí a un periódico importante celebrar el golpe de Estado contra Chávez [en 2002], titulando “La caída de un caudillo”. Caudillo en España es una palabra que tiene un sentido ¿no? Es una palabra que define a una persona responsable de centenares de miles de muertos. Un periódico que aquí pretende defender la democracia estaba alabando un golpe de Estado contra un régimen constitucional, resultado de elecciones legítimas. Y esto pasaba tranquilamente, era algo que se festejaba.
El origen de este libro está ahí: en la idea de que de que la gente conociera a la persona Chávez, más allá del dirigente. Chávez era un intelectual, un hombre que tenía una sensibilidad artística muy importante, de poeta, y que era muy sentimental. Si no hubiera sido tan artista, no estaríamos hablando de un creador político como ha sido, porque él ha sido un creador de conceptos políticos, como el socialismo del siglo XXI, la revolución bolivariana, o el ALBA (Alianza Bolivariana de las Américas), una palabra tan bonita, elegida por él y Fidel Castro. El alba, donde todo comienza.
La cultura de Chávez tenía una importante raíz popular…
Sí. Esa es una de las dimensiones que explican su enorme popularidad. Él se nutre esencialmente de lo que podríamos llamar la cultura popular: de las canciones populares de su región, Los Llanos, que es la matriz de Venezuela, del cine y del deporte nacional, el béisbol. Cuando hace un discurso y habla de todo esto, comunica con la gente. Le ocurre también hablar de filósofos, pero esta dimensión de cultura popular hace de él una persona que está a la altura del venezolano medio. También hay algo muy importante: su físico. Date cuenta de que en Venezuela, desde su independencia, jamás había habido un presidente con cara de venezolano; todos eran de tipo europeo. Chávez es el primer presidente en la historia de Venezuela que se parece a un venezolano medio.
En las críticas hacia él, ¿había una dimensión racista?
Por supuesto, la dimensión racista es capital. La prensa de oposición incluso lo llamaba mono. Muchos intelectuales y periodistas no concebían que este mestizo fuese un hombre fino, sutil, sofisticado. En el libro cuenta que en su propio ascenso político en el país le ocurrió con sus compañeros, que partían del principio de que los jefes de la conjura [de 1992] eran ellos. Y si tú ves la foto de los insurrectos del golpe de Estado de 2002, en el que el presidente de la patronal se autonombró jefe del Estado [duró sólo dos días en el cargo, tras lo cual Chávez recuperó la Presidencia], no hay ni un…
¿Mestizo?
Digamos ni un bronceado. Todos los golpistas eran blancos
¿Y las acusaciones de populismo?
El término populista es algo que el neoliberalismo ha encontrado como excusa. Cuando un sistema no es democrático, se dice que es una dictadura y, si el sistema es democrático y critica el neoliberalismo, entonces resulta que es populista. Es un argumento del lenguaje, una acusación que se lanza contra el presidente Correa, Lula o Cristina Fernández. Curiosamente, todos los regímenes que han detenido al neoliberalismo en la región son populistas. También los llaman populistas porque satisfacen al pueblo y eso quiere decir, por ejemplo, que el dinero del petróleo se destina a hospitales y escuelas. El petróleo hay que colocarlo en un banco suizo o en Goldman Sachs; eso es lo que hace a un gestor ser serio. Y si tú el dinero del país se lo das al pueblo, entonces es que estás haciendo populismo. La palabra populista es muy difícil de definir. Si no se puede tildar a alguien de dictador-aunque con Chávez, el hombre que más elecciones ha hecho en Venezuela, 17 en 14 años, no se han privado de ello- se dice que es populista.
¿Chávez recoge el testigo de Salvador Allende?
En cierta medida, sí. Lo que yo observo es que entre Allende y Chávez no hay ningún dirigente progresista en América Latina. Todos los dirigentes progresistas que pudieron aparecer entre 1973 y 1999, fueron derrocados. Y Chávez es el primero que dice ‘Sí, yo quiero el socialismo pero lo quiero con elecciones, y lo quiero con libertad’. Esta es la característica principal de lo que llamamos el socialismo del siglo XXI. No quiere construir ni un socialismo a la cubana ni a la china ni a la vietnamita; quiere que haya elecciones y que cada avance en términos en progreso social se vea refrendado en elecciones libres por el pueblo. Esto es muy importante.
¿Una democracia que pasa de representativa a participativa?
Claro. Chávez hace 17 elecciones y sólo pierde una, y admite su derrota. Y muere ganando las elecciones en octubre, con diez puntos de diferencia con respecto al segundo candidato. Por consiguiente la constante democrática es una característica fuerte de su liderazgo.
¿En Venezuela se ha desmontado el argumento de que el socialismo tiene que ser totalitario?
Absolutamente. El apogeo ideológico del neoliberalismo se produce después de 1980, cuando llegan al poder la señora Thatcher y Reagan. A partir de ahí esta teoría empieza a ganar los espíritus y las conciencias de todo el mundo. Después de 1982, la socialdemocracia, en la figura de Felipe González, introduce en España la idea de que una buena gestión de izquierdas debe ser neoliberal. Lo mismo ocurre en el 83 con Francia con el gobierno Fabius de Miterrand, y no hablemos de la derecha. Eso se extiende a través del mundo y toda América Latina, que está saliendo de las dictaduras, se convierte a la fe neoliberal, la privatización absoluta y el desmantelamiento del Estado de bienestar, exactamente lo que está sucediendo ahora en España, un programa de ajuste estructural que llega aquí 15 años después pero que se aplicó en América Latina en los años 90. La consecuencia de esto es que el propio socialismo real se hunde. Pero, en el mismo año que cae el Muro de Berlín, en 1989, el pueblo venezolano es el primero que se levanta contra una política neoliberal con lo que se llamó el Caracazo. En Venezuela, tenían a un gobernante socialdemócrata, Carlos Andrés Pérez, que, imitando a González o a Miterrand, llega al poder mediante una campaña en la que no ha dicho lo que va a hacer y, cuando llega, lo primero que hace es anunciar una terapia de choque: se van a aumentar los precios, van a rebajarse los sueldos y las pensiones, lo que se está aplicando ahora mismo aquí. El pueblo se subleva y esa sublevación inspira a Chávez la rebelión de 1992. Chávez es el resultado de un país que es el primero que se opone a un programa neoliberal, cuando el propio socialismo de Europa del Este se ha hundido.
¿Chávez fue la consecuencia y no la causa, como él mismo señala?
Él fue la consecuencia de la degeneración moral de la IV República, de la corrupción absoluta, del pacto de Punto fijo, en el que dos partidos se repartían el poder, además de las recetas neoliberales. Él va a tener una enorme influencia cuando llega al poder gracias a las urnas, después de haber estado tentado durante mucho tiempo de tomar el poder con las armas. Es cuando dice ‘No, vamos a ganar [en las urnas] porque tenemos argumentos para convencer a la sociedad’. Desde Allende hasta Chávez ningún dirigente socialista llegó al poder, pero después llegaron muchos; llega Lula, Correa, Tabaré Vázquez; llega Kirchner, Lugo, Zelaya…
La aspiración de lograr una unidad latinoamericana es otros de los ejes de su pensamiento.
Para EEUU, que pensaba que, tras caer la URSS, Cuba se había quedado sin cordón umbilical, Chávez era el blanco que había que atacar, pues el presidente, al considerarse heredero de Bolivar, tenía como proyecto la unidad latinoamericana. Y consiguió logros como el ALBA, Petrocaribe y la CELAC, que representa la primera vez que se unen todos los países de América Latina sin EEUU y Canadá; es decir, la anti OIEA.
Chávez creía en una unión entre el ejército y el pueblo
Ésta es una característica de la revolución bolivariana. Él admira a los militares de izquierda porque piensa que el ejército tiene, de forma ontológica, vocación de responsabilizarse de lo que ocurre en el país, Entiende la defensa del país como la defensa de los intereses del pueblo. Entonces, en la medida en que el ejército tiene que defender al pueblo, no puede consentir que éste sea destruido por las tesis neoliberales. Chávez tenía muchos modelos, sobre todo [Juan Francisco] Velasco Alvarado, en Perú, pero él se dice que este militar fracasó porque sólo se apoyó en los militares. Y concluye que los militares no están hechos para acaparar el poder porque se corrompen. También porque derivan inevitablemente al autoritarismo. De ahí que descarte el poder sólo para los militares y formule la idea de la unión cívico-militar, que se basa en que los militares sólo tienen legitimidad para tomar el poder si se apoyan en partidos políticos de izquierdas que defienden los intereses del pueblo. Esto es muy innovador y muy singular.
Usted sostiene que América Latina es el continente más progresista del mundo
No hay otro en el mundo. Tienes seis o siete países, Venezuela, Nicaragua, Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina, donde hay experiencias de socialismo democrático con programas de redistribución de la riqueza nacional, de aplicación de justicia social, de educación y salud gratuitos, de pleno empleo si es posible y de vivienda. Todo lo que está en contradicción con las políticas neoliberales que estamos viendo aplicadas hoy en Europa. Y el pueblo ve los beneficios. Desde que empezaron estas experiencias-la venezolana lleva 15 años- siempre han ganado las elecciones. Correa, por ejemplo, ganó con 30 puntos de diferencia, y Dilma [Roussef] va hacia su segundo mandato. Estas son políticas de devolución de deuda social, por las que el Estado le devuelve al pueblo lo que el pueblo ha hecho en sacrificios, cuando antes la riqueza estaba acaparada por una élite.
En el libro se destaca la importancia del liderazgo de Chávez, ¿tiene futuro la revolución bolivariana en Venezuela con el presidente Maduro?
Es indiscutible que en la tradición de izquierdas la cuestión del líder plantea un problema porque se supone que son los pueblos los que hacen la historia. Chávez lo repite a lo largo de las entrevistas, pero la realidad nos muestra que hay un momento en la historia en que se dan todas las circunstancias objetivas de una gran protesta social, un gran disgusto, un sufrimiento, un malestar, una crisis de la democracia pero no hay nadie para cristalizar ese malestar, excepto si surge un líder o una líder. Mira la situación en España; hoy en día hay una protesta social enorme y, sin embargo, no pasa nada. Porque esa protesta social está dispersa, porque no llega a articularse. No se traduce en términos electorales, políticos ni de conquista del poder y las cosas siguen igual. Si surgiese alguna organización aglutinante de ese malestar yo creo que tendría bastante éxito. Ese es el papel del líder. Ese fue el papel de Chávez. Se trata de un hombre que se hace popular en dos minutos; no lo conoce nadie, hace una intervención en televisión el día de la rebelión militar y, en esos dos minutos, se transforma en el hombre más popular de Venezuela. Su porvenir ya estaba garantizado porque supo asumir una circunstancia absolutamente dramática como fue la del golpe de Estado de 1992.
La situación ya no es la misma, Chávez ha fallecido demasiado pronto, a los 58 años, pero la revolución está encarrilada desde hace 15 años. La mayoría de la ciudadanía sabe muy bien lo que es. Maduro no es Chávez pero está muy bien formado y ha pasado 20 años aprendiendo junto a él. Tiene una experiencia internacional como nadie tras sus ocho años como canciller. El papel del líder no es el que era necesario en 1999, cuando había que cambiarlo todo, ir contra la oligarquía y contra Estados Unidos, entonces se necesitaba un titán, ahora es un trabajo para un gran político, como es Maduro.
xFernando Sánchez
La Marea
MADRID // El retrato del que fuera presidente de Venezuela que emerge de las páginas de Hugo Chávez. Mi primera vida (Editorial Debate), del periodista Ignacio Ramonet (Redondela, 1943), es el de un hombre brillante, de cultura vasta y autodidacta, una cultura impregnada de un refinamiento hijo de su primera vocación, la pintura, de sus raíces populares y del bagaje de un lector voraz. El hombre cuya voz recogió Ramonet en entrevistas que tuvieron lugar a lo largo de varios años citaba de memoria a Gramsci, a Teócrito, a Ortega y Gasset y a Marx. Ese militar que-según describe el periodista- recorría con sus manos los mapas de América Latina; esa persona que tenía a Simón Bolívar como faro, no se parece casi nada a la caricatura de golpista zafio que tantas veces han pergeñado sobre él algunos medios de comunicación. Ramonet, director de Le Monde Diplomatique en español y presidente de honor de ATTAC, se propuso luchar contra esa imagen de Chávez retratando al ser humano que precedió al líder. En esta primera vida, el lector no hallará el relato del desempeño como presidente de Hugo Chávez, sino “el territorio de su infancia y las raíces de su destino”.
¿Cómo se explica el abismo entre la persona refinada que usted describe y la imagen que de él han dado muchos medios?
Ese contraste da la medida de la enorme manipulación, de la demonización que ha sufrido Chávez. Yo tuve la ocasión de hacerle una entrevista larga cuando sólo llevaba varios meses como presidente y pude constatar que ese hombre, que aún no era objeto de tantos ataques pues acababa de llegar al poder, era un hombre culto, que citaba a Nietzsche, a Kant, a pensadores latinoamericanos, algo que me parecía excepcional para un militar. Entonces, cuando a partir del 2001 o 2002, empezaron las campañas tan violentas, tan caricaturales, en las que se le trataba de dictador, de caudillo, de golpista, ya desde entonces, me pareció que había una exageración hasta alcanzar los niveles que hemos visto estos años. Hemos visto aquí a un periódico importante celebrar el golpe de Estado contra Chávez [en 2002], titulando “La caída de un caudillo”. Caudillo en España es una palabra que tiene un sentido ¿no? Es una palabra que define a una persona responsable de centenares de miles de muertos. Un periódico que aquí pretende defender la democracia estaba alabando un golpe de Estado contra un régimen constitucional, resultado de elecciones legítimas. Y esto pasaba tranquilamente, era algo que se festejaba.
El origen de este libro está ahí: en la idea de que de que la gente conociera a la persona Chávez, más allá del dirigente. Chávez era un intelectual, un hombre que tenía una sensibilidad artística muy importante, de poeta, y que era muy sentimental. Si no hubiera sido tan artista, no estaríamos hablando de un creador político como ha sido, porque él ha sido un creador de conceptos políticos, como el socialismo del siglo XXI, la revolución bolivariana, o el ALBA (Alianza Bolivariana de las Américas), una palabra tan bonita, elegida por él y Fidel Castro. El alba, donde todo comienza.
La cultura de Chávez tenía una importante raíz popular…
Sí. Esa es una de las dimensiones que explican su enorme popularidad. Él se nutre esencialmente de lo que podríamos llamar la cultura popular: de las canciones populares de su región, Los Llanos, que es la matriz de Venezuela, del cine y del deporte nacional, el béisbol. Cuando hace un discurso y habla de todo esto, comunica con la gente. Le ocurre también hablar de filósofos, pero esta dimensión de cultura popular hace de él una persona que está a la altura del venezolano medio. También hay algo muy importante: su físico. Date cuenta de que en Venezuela, desde su independencia, jamás había habido un presidente con cara de venezolano; todos eran de tipo europeo. Chávez es el primer presidente en la historia de Venezuela que se parece a un venezolano medio.
En las críticas hacia él, ¿había una dimensión racista?
Por supuesto, la dimensión racista es capital. La prensa de oposición incluso lo llamaba mono. Muchos intelectuales y periodistas no concebían que este mestizo fuese un hombre fino, sutil, sofisticado. En el libro cuenta que en su propio ascenso político en el país le ocurrió con sus compañeros, que partían del principio de que los jefes de la conjura [de 1992] eran ellos. Y si tú ves la foto de los insurrectos del golpe de Estado de 2002, en el que el presidente de la patronal se autonombró jefe del Estado [duró sólo dos días en el cargo, tras lo cual Chávez recuperó la Presidencia], no hay ni un…
¿Mestizo?
Digamos ni un bronceado. Todos los golpistas eran blancos
¿Y las acusaciones de populismo?
El término populista es algo que el neoliberalismo ha encontrado como excusa. Cuando un sistema no es democrático, se dice que es una dictadura y, si el sistema es democrático y critica el neoliberalismo, entonces resulta que es populista. Es un argumento del lenguaje, una acusación que se lanza contra el presidente Correa, Lula o Cristina Fernández. Curiosamente, todos los regímenes que han detenido al neoliberalismo en la región son populistas. También los llaman populistas porque satisfacen al pueblo y eso quiere decir, por ejemplo, que el dinero del petróleo se destina a hospitales y escuelas. El petróleo hay que colocarlo en un banco suizo o en Goldman Sachs; eso es lo que hace a un gestor ser serio. Y si tú el dinero del país se lo das al pueblo, entonces es que estás haciendo populismo. La palabra populista es muy difícil de definir. Si no se puede tildar a alguien de dictador-aunque con Chávez, el hombre que más elecciones ha hecho en Venezuela, 17 en 14 años, no se han privado de ello- se dice que es populista.
¿Chávez recoge el testigo de Salvador Allende?
En cierta medida, sí. Lo que yo observo es que entre Allende y Chávez no hay ningún dirigente progresista en América Latina. Todos los dirigentes progresistas que pudieron aparecer entre 1973 y 1999, fueron derrocados. Y Chávez es el primero que dice ‘Sí, yo quiero el socialismo pero lo quiero con elecciones, y lo quiero con libertad’. Esta es la característica principal de lo que llamamos el socialismo del siglo XXI. No quiere construir ni un socialismo a la cubana ni a la china ni a la vietnamita; quiere que haya elecciones y que cada avance en términos en progreso social se vea refrendado en elecciones libres por el pueblo. Esto es muy importante.
¿Una democracia que pasa de representativa a participativa?
Claro. Chávez hace 17 elecciones y sólo pierde una, y admite su derrota. Y muere ganando las elecciones en octubre, con diez puntos de diferencia con respecto al segundo candidato. Por consiguiente la constante democrática es una característica fuerte de su liderazgo.
¿En Venezuela se ha desmontado el argumento de que el socialismo tiene que ser totalitario?
Absolutamente. El apogeo ideológico del neoliberalismo se produce después de 1980, cuando llegan al poder la señora Thatcher y Reagan. A partir de ahí esta teoría empieza a ganar los espíritus y las conciencias de todo el mundo. Después de 1982, la socialdemocracia, en la figura de Felipe González, introduce en España la idea de que una buena gestión de izquierdas debe ser neoliberal. Lo mismo ocurre en el 83 con Francia con el gobierno Fabius de Miterrand, y no hablemos de la derecha. Eso se extiende a través del mundo y toda América Latina, que está saliendo de las dictaduras, se convierte a la fe neoliberal, la privatización absoluta y el desmantelamiento del Estado de bienestar, exactamente lo que está sucediendo ahora en España, un programa de ajuste estructural que llega aquí 15 años después pero que se aplicó en América Latina en los años 90. La consecuencia de esto es que el propio socialismo real se hunde. Pero, en el mismo año que cae el Muro de Berlín, en 1989, el pueblo venezolano es el primero que se levanta contra una política neoliberal con lo que se llamó el Caracazo. En Venezuela, tenían a un gobernante socialdemócrata, Carlos Andrés Pérez, que, imitando a González o a Miterrand, llega al poder mediante una campaña en la que no ha dicho lo que va a hacer y, cuando llega, lo primero que hace es anunciar una terapia de choque: se van a aumentar los precios, van a rebajarse los sueldos y las pensiones, lo que se está aplicando ahora mismo aquí. El pueblo se subleva y esa sublevación inspira a Chávez la rebelión de 1992. Chávez es el resultado de un país que es el primero que se opone a un programa neoliberal, cuando el propio socialismo de Europa del Este se ha hundido.
¿Chávez fue la consecuencia y no la causa, como él mismo señala?
Él fue la consecuencia de la degeneración moral de la IV República, de la corrupción absoluta, del pacto de Punto fijo, en el que dos partidos se repartían el poder, además de las recetas neoliberales. Él va a tener una enorme influencia cuando llega al poder gracias a las urnas, después de haber estado tentado durante mucho tiempo de tomar el poder con las armas. Es cuando dice ‘No, vamos a ganar [en las urnas] porque tenemos argumentos para convencer a la sociedad’. Desde Allende hasta Chávez ningún dirigente socialista llegó al poder, pero después llegaron muchos; llega Lula, Correa, Tabaré Vázquez; llega Kirchner, Lugo, Zelaya…
La aspiración de lograr una unidad latinoamericana es otros de los ejes de su pensamiento.
Para EEUU, que pensaba que, tras caer la URSS, Cuba se había quedado sin cordón umbilical, Chávez era el blanco que había que atacar, pues el presidente, al considerarse heredero de Bolivar, tenía como proyecto la unidad latinoamericana. Y consiguió logros como el ALBA, Petrocaribe y la CELAC, que representa la primera vez que se unen todos los países de América Latina sin EEUU y Canadá; es decir, la anti OIEA.
Chávez creía en una unión entre el ejército y el pueblo
Ésta es una característica de la revolución bolivariana. Él admira a los militares de izquierda porque piensa que el ejército tiene, de forma ontológica, vocación de responsabilizarse de lo que ocurre en el país, Entiende la defensa del país como la defensa de los intereses del pueblo. Entonces, en la medida en que el ejército tiene que defender al pueblo, no puede consentir que éste sea destruido por las tesis neoliberales. Chávez tenía muchos modelos, sobre todo [Juan Francisco] Velasco Alvarado, en Perú, pero él se dice que este militar fracasó porque sólo se apoyó en los militares. Y concluye que los militares no están hechos para acaparar el poder porque se corrompen. También porque derivan inevitablemente al autoritarismo. De ahí que descarte el poder sólo para los militares y formule la idea de la unión cívico-militar, que se basa en que los militares sólo tienen legitimidad para tomar el poder si se apoyan en partidos políticos de izquierdas que defienden los intereses del pueblo. Esto es muy innovador y muy singular.
Usted sostiene que América Latina es el continente más progresista del mundo
No hay otro en el mundo. Tienes seis o siete países, Venezuela, Nicaragua, Brasil, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina, donde hay experiencias de socialismo democrático con programas de redistribución de la riqueza nacional, de aplicación de justicia social, de educación y salud gratuitos, de pleno empleo si es posible y de vivienda. Todo lo que está en contradicción con las políticas neoliberales que estamos viendo aplicadas hoy en Europa. Y el pueblo ve los beneficios. Desde que empezaron estas experiencias-la venezolana lleva 15 años- siempre han ganado las elecciones. Correa, por ejemplo, ganó con 30 puntos de diferencia, y Dilma [Roussef] va hacia su segundo mandato. Estas son políticas de devolución de deuda social, por las que el Estado le devuelve al pueblo lo que el pueblo ha hecho en sacrificios, cuando antes la riqueza estaba acaparada por una élite.
En el libro se destaca la importancia del liderazgo de Chávez, ¿tiene futuro la revolución bolivariana en Venezuela con el presidente Maduro?
Es indiscutible que en la tradición de izquierdas la cuestión del líder plantea un problema porque se supone que son los pueblos los que hacen la historia. Chávez lo repite a lo largo de las entrevistas, pero la realidad nos muestra que hay un momento en la historia en que se dan todas las circunstancias objetivas de una gran protesta social, un gran disgusto, un sufrimiento, un malestar, una crisis de la democracia pero no hay nadie para cristalizar ese malestar, excepto si surge un líder o una líder. Mira la situación en España; hoy en día hay una protesta social enorme y, sin embargo, no pasa nada. Porque esa protesta social está dispersa, porque no llega a articularse. No se traduce en términos electorales, políticos ni de conquista del poder y las cosas siguen igual. Si surgiese alguna organización aglutinante de ese malestar yo creo que tendría bastante éxito. Ese es el papel del líder. Ese fue el papel de Chávez. Se trata de un hombre que se hace popular en dos minutos; no lo conoce nadie, hace una intervención en televisión el día de la rebelión militar y, en esos dos minutos, se transforma en el hombre más popular de Venezuela. Su porvenir ya estaba garantizado porque supo asumir una circunstancia absolutamente dramática como fue la del golpe de Estado de 1992.
La situación ya no es la misma, Chávez ha fallecido demasiado pronto, a los 58 años, pero la revolución está encarrilada desde hace 15 años. La mayoría de la ciudadanía sabe muy bien lo que es. Maduro no es Chávez pero está muy bien formado y ha pasado 20 años aprendiendo junto a él. Tiene una experiencia internacional como nadie tras sus ocho años como canciller. El papel del líder no es el que era necesario en 1999, cuando había que cambiarlo todo, ir contra la oligarquía y contra Estados Unidos, entonces se necesitaba un titán, ahora es un trabajo para un gran político, como es Maduro.
http://www.lamarea.com/2013/10/26/ramonet/
Waldo Darío Gutiérrez Burgos
Descendiente del Pueblo Uquía - Nación
Omaguaca
Director de Viltipoco10000
MIEMBRO
DEL 'GAPO', LA ‘OBNU’ Y ‘ARGOSIS-INTERNACIONAL’
"Nuestra ignorancia ha sido planificada por una gran
sabiduría"
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