Artículos recientes

Palestina: El camino de la resistencia

Defender a Palestina frente al poder…



Palestina: El camino de la resistencia

PALESTINA… ARGOS: JULIO 26 DE 2012…

xSonja Karkar
Counterpunch
Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R

Hoy en día, no hay excusa para no conocer la verdad sobre Palestina. Incluso tomando la desinformación difundida en los medios de comunicación, hay suficientes evidencias de un pueblo oprimido en Gaza, en la Cisjordania y en Jerusalén Este, que nos obligan a hacer preguntas.

Ha sido considerable la ayuda de Internet. Donde una vez Israel podía manipular la narrativa en los medios de comunicación, ahora millones de personas pueden ver videos y leer los relatos de testigos de la ocupación de Israel en toda su aterradora fealdad. Las iniciativas mundiales, como las valientes flotillas de Free Gaza, obligan a los medios de comunicación a informar de esta noticia, aunque sea fugazmente. En consecuencia, la gente quiere ver por sí misma lo que está sucediendo en Palestina y regresa con historias que han sacudido la esencia misma de su ser.

Historias de las colas interminables de gente en los puestos de control esperando el permiso de soldados armados que deciden si se debe pasar; familias devastadas buscando el sentido en los escombros que alguna vez fue su hogar mientras los bulldozers israelíes pasan a la próxima demolición; los agricultores desconsolados doliéndose por sus centenarios olivos y sus huertas convertidas en tierra arrasada; los niños traumatizados se preguntan si el próximo misil o bomba caerán sobre sus hogares, sobre los de sus familias o amigos; ciudadanos aterrorizados esperando el sonido de los escuadrones del ejército que vienen a arrestar a quien sabe quién en las primeras horas de de la mañana, y la sombra de ese muro rapaz que los separa del mundo y los aprisiona.

Y estos son sólo los signos evidentes de los planes del apartheid de Israel a medida que avanza para consolidar un Estado exclusivamente judío en una tierra que es el hogar de casi el mismo número de palestinos más los millones en el exilio a la espera de regresar a casa.

Las campanas de alarma deben sonar cuando esta información aún se filtra a través del muro de silencio, mientras que nuestros líderes políticos declaran eterna lealtad a Israel o arrogantemente lo llevan como una medalla de honor o disfrutan de viajes pagados a Israel. Y las campanas deben ser aún más alarmantes cuando los informes documentados de crímenes de guerra de Israel esgrimidos por los grupos de derechos humanos y las investigaciones oficiales son virulentamente atacados y luego ignorados.

Pero el mundo carece de coraje. Las personas tienen miedo de que las califiquen de antisemitas. Incluso los palestinos, que también son semitas, a menudo tienen miedo de ser rechazados y más desfavorecidos en los países que les dan refugio. No sólo la gente teme repercusiones, también decir la verdad o sólo escucharla es una manera de sacarlos de su vida de confort. Temen que sus conciencias perturbadas les pidan actuar por lo que entierran sus cabezas en la arena profunda, donde esperan incluso que los sonidos del silencio puedan apagarse.

Este es entonces el desafío de los defensores de todo el mundo. ¿Cómo se puede hablar de empoderar a Palestina si ni siquiera se puede hablar de Palestina con las personas que temen a los poderosos?

A la vista de la saturación de los medios de comunicación sionistas y las nuevas campañas “marca Israel”, muchas personas que quieren abogar por Palestina podrían sentirse derrotadas, pero una y otra vez vemos que la libertad individual de hablar con el poder puede ser enormemente eficaz. El fallecido académico e intelectual público Edward Said, mostró más que nadie que los individuos pueden hacer una diferencia en la defensa pública de Palestina. Él, particularmente, vio la “resonancia de la voz del intelectual”. De hecho es tan poderosa que los intelectuales han sido sometidos a todo tipo de campañas feroces contra su persona y sus posiciones por hablar a favor de Palestina como lo había Said.

Por supuesto, uno no necesita ser un intelectual. Las palabras de Said también son aplicables a cada uno de nosotros. Dijo que evadirse era "reprobable" y lo describió de esta manera:

"Esa característica de alejarse de una situación difícil y de los principios que sabemos que son los correctos, pero que usted decide no afrontarlos. Usted no quiere parecer como demasiado político, tiene miedo de parecer demasiado controvertido, usted necesita la aprobación de un jefe o de una figura de autoridad, desea mantener una reputación de parecer equilibrado, objetivo, moderado, su esperanza está en… permanecer dentro de la corriente principal confiable…”, Representaciones del Intelectual [1].

Como intelectual, Said tenía su registro académico, su prestigio profesional, su investigación y sus publicaciones para dar peso a sus declaraciones, pero no requería menor valor que cualquier otra persona para desafiar el paradigma aceptado. El reto surge del conocimiento de la verdad, el valor surge de un compromiso con los principios aún frente a la condena colectiva. Esto es tan cierto como en contra de la andanada de mentiras sionistas, como para las explicaciones convenientemente montadas por los que se acomodan a los poderes establecidos para sus propios fines.

En 1993, cuando casi todo el mundo pensaba que los apretones de manos en la Casa Blanca servirían para sellar los acuerdos negociados en Oslo y para darles a largo plazo la libertad a los palestinos y la paz en la región, Edward vio que esos acuerdos no harían más que garantizar la cobertura a Israel para que continuara su expansionismo colonial y consolidara su ocupación de Palestina. Sin embargo sabía que criticar Oslo significaba de hecho una toma de posición contra la "esperanza" y la "paz". Su decisión de hacerlo también dio en la cara de la dirección palestina revolucionaria que había optado por la estadidad.

Aunque Said fue denunciado por sus puntos de vista, no estaba dispuesto a comprar el engaño que sabía que iba a dejar a los palestinos sin la esperanza y sin la paz. Y como lo predijo, cada año perdido para la construcción de la paz finalmente expuso la horrible realidad de Oslo, cuando los palestinos se encontraron víctimas de la matriz de control israelí, un término usado por el activista israelí Jeff Halper en 1999 para describir la situación [2]. Y esta dominación de un pueblo sobre otro, sin ninguna intención de hacer frente a las injusticias de la limpieza étnica de los palestinos en su patria, sin lugar a dudas ha reducido a Israel a un Estado de apartheid.

Los palestinos han quedado sin nada por querer obtener algo parecido a un Estado y se enfrentan a una amenaza existencial en todos los frentes. Sin embargo, los intelectuales todavía hablan de una solución de dos estados al unísono con los políticos, un mantra que se repite sin sentido crítico, de manera engañosa, en los principales medios de comunicación. Expertos de los medios sostienen que es Israel quien enfrenta una amenaza existencial, pero se hace evidente cada día que los palestinos no tienen ninguna oportunidad frente a Israel, armado hasta los dientes con armamento nuclear y convencional. Los palestinos nunca han tenido un ejército y no tienen medios aceptables para combatir fuera de su propia desposesión en curso y la ocupación de su patria. No es de extrañar que la solución de dos estados se convirtiera en la panacea para la lucha palestina por la autodeterminación.

Esta complacencia en una idea que ya lleva veinte largos años se ha visto socavada por los sonidos furiosos de taladros y martillos retumbando en los asentamientos ilegales en toda la Ribera Occidental y Jerusalén Oriental y por las rupturas catastróficas de la sociedad planificadas como una ingeniería en Gaza. Ahora, esos sonidos son amortiguados por la retórica de la "paz económica", la "consolidación institucional", la "democracia", "seguridad interna" y la "estadidad". Estas palabras deben ser impugnadas en cada oportunidad, porque no son solamente las palabras, sino que además son conceptos peligrosos cuando están aislados de la verdad sobre el terreno.

Es inútil hablar de "paz económica", si usted no puede entender que los polígonos industriales construidos para los trabajadores palestinos están destinados a proporcionar a Israel mano de obra esclava y bienes económicos. Es inútil apoyar la "consolidación institucional" cuando Israel sigue socavando y obstruyendo los programas que ya están luchando para dar servicio a la sociedad palestina. Es una mentira hablar de "democracia" cuando las elecciones justas en 2006 dieron a Israel y al mundo la posibilidad de negar a Hamás el derecho a gobernar. Es una farsa aceptar la "seguridad interna" armando y entrenando a los palestinos para asegurar cobertura para que Israel y los Estados Unidos continúen con el mismo esquema. Es hueco hablar de la "estadidad", cuando Israel sigue robando la tierra y construyendo asentamientos ilegales que privan a los palestinos de sus hogares y sus medios de subsistencia, mientras los aglutinan en guetos aislados y amurallados.

Lamentablemente, Edward Said tenía razón.

Ahora es nuestro turno de hablar con la verdad y actuar sin miedo, a pesar de la censura que probablemente encontremos. Se cree que el filósofo alemán Arthur Schopenhauer dijo que la verdad pasa por tres etapas: "En primer lugar, es ridiculizada, en segundo lugar, se opone a ella violentamente y en tercer lugar se acepta como evidencia por sí misma".

Hoy en día, estamos en la tercera etapa: los 11 millones de palestinos, ya sea que vivan bajo la ocupación, como ciudadanos de segunda clase en Israel, como refugiados apátridas o de otra manera en la diáspora, son la verdad viviente. Ese es el talón de Aquiles de Israel e Israel lo sabe.

Los palestinos ya no son los humildes pastores y agricultores que las fuerzas sionistas aterrorizaron para que huyeran para dar paso al Estado judío de Israel. Una nueva generación quiere justicia y lo está exigiendo con elocuencia, de forma no violenta y estratégicamente. Su mensaje es que no hay relaciones normales con Israel, mientras oprime a los palestinos, niega sus derechos y viola el derecho internacional. Y los boicots, desinversiones y sanciones son las herramientas legítimas para cuestionar un Estado que reclama la excepcionalidad y comete acciones extremas y criminales para asegurarse esa posición.

La gente, por supuesto, siempre está tentada de optar por el camino de menor resistencia, especialmente cuando simplemente no puede sentir empatía por aquéllos que han sido tan exitosamente distorsionados y satanizados por los medios de comunicación occidentales. Sin embargo, el mundo está cambiando, y poco a poco la gente se está dando cuenta que ellos también son vulnerables, que las sociedades occidentales empiezan a desmoronarse bajo el peso del poder del gobierno, que está creciendo rápidamente fuera de control sin ningún tipo de controles o contrapesos. Los derechos humanos universales y los principios del derecho internacional humanitario que una vez fueron el pilar de nuestras democracias se han dejado de lado en la estampida para librar la "guerra contra el terror" y pocos han sido lo suficientemente valientes como para desafiar el sistema actual.

De hecho, es posible para todos nosotros "deshacernos de las virtudes" [3], las cosas que el profesor de la Universidad de Melbourne Ghassan Hage dice que se encuentra en esos momentos utópicos que surgen cuando desafiamos a nuestros propios pensamientos, temores y prejuicios. En ese espacio se encuentra el poder sin explotar cuando tratamos de decir la verdad sin temor ni engaños. En ese espacio se encuentra el potencial para el cambio político. En ese espacio siempre estarán aquéllos que se resisten y defienden a Palestina frente al poder.

Notas:
[1] Edward Said, Representations of the intellectual . Londres: Vintage, 1994, p74.
[2] Jeff Halper, “The 94 Percent Solution: The Matrix of Control ”, otoño de 2000, Middle East Report 216.
[3] Ghassan Hage, " The Real, the Potential and the Political , ensayo presentado en la Conferencia de 2004 de Res Artis, Sydney, 10 a 16 de agosto, 2004.

*Sonja Karkar es la fundadora de Women for Palestineer (WFP), un grupo con sede en Melbourne que lucha por los derechos humanos y cofundador de Australians for Palestine (AFP) , un grupo de apoyo que trae la voz de Palestina a todos los niveles de la sociedad australiana. Es la editora de la página web http://www.australiansforpalestine.com.  Su dirección de correo electrónico es: sonjakarkar@womenforpalestine.org  



Sra. Lidia Janus Fatuzzo (Argentina)
Directora Regional de ‘ArgosIs-Autoridad Palestina’
… En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos…
Dirección: Riganelli 2286, Mariano Acosta, Merlo Pcia de Buenos Aires, Argentina.
Nro. Teléf.: (0220) 498-9757
              https://twitter.com/#!/ArgosIsUSA  


Waldo Darío Gutiérrez Burgos
Descendiente del Pueblo Uquía – Omaguaca
Director de  ‘CER-OMAGUACA’, ‘OBNU’ y ‘ARGOS IS-INTERNACIONAL’
…"La educación y la instrucción no consisten en rellenar la mente de ideas ajenas, sino en estimularla para que produzca sus propias ideas"…

Comunidad Europea: ¡Sí que hay dinero!

Comunidad Europea: ¡Sí que hay dinero!


COMUNIDAD EUROPEA… ARGOS: JULIO 26 DE 2012…

xVincenç Navarro
Público

Durante el debate parlamentario que tuvo lugar en las Cortes españolas a raíz de la presentación del presidente Rajoy de las medidas de recortes que su gobierno iba a realizar, el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas del gobierno español, Cristóbal Montoro, indicó que éstas eran necesarias porque “el Estado no tenía más dinero”, punto acentuado por el propio Rajoy cuando subrayó que el nivel de deuda pública en España había alcanzado niveles inaceptables que forzaron la toma de medidas excepcionales, considerando la bajada del déficit como la prioridad número uno de su gobierno.

El presidente indicó también que tal bajada del déficit público era la condición indispensable para salir de la crisis, pues sólo con esta bajada se recuperaría la confianza de los mercados financieros y España podría volver a recibir prestado dinero a unos intereses más bajos.

Es sorprendente que la administración Rajoy continúe repitiendo esta creencia (creencia basada más en la fe que en la evidencia) cuando todos los datos acumulados muestran lo erróneos que son los supuestos sobre los que se basa.

Pero antes de mostrar tales datos, es importante subrayar, una vez más, lo que tienen en común los países hoy intervenidos –España, Grecia, Portugal e Irlanda–. Todos ellos tienen estados pobres (su gasto público, incluyendo el gasto público social por habitante, es de los más bajos de la Eurozona), con escasos ingresos al Estado (entre los más bajos de la Eurozona), poco redistributivos (entre los menos redistributivos de la Eurozona), y basados en una fiscalidad altamente regresiva (de los más regresivos de la Eurozona). La causa de que todos estos países tengan estos puntos en común es que todos ellos tienen un contexto político semejante.

Durante su reciente historia (los últimos cincuenta años) las fuerzas conservadoras han tenido una enorme influencia sobre sus Estados. Fueron gobernados por muchas décadas por gobiernos ultraconservadores. El contraste con los países escandinavos (que tienen los Estados más desarrollados, con mayores políticas redistributivas y políticas fiscales más progresivas en la UE) se basa en que en aquellos países las fuerzas progresistas han sido las dominantes en su vida política, al revés que en los países intervenidos.

Se podría argumentar que España, como también aquellos países, tiene un Estado pobre porque es un país pobre. Pero los datos no confirman esta situación. El PIB per cápita es el 94% del promedio de la UE-15, y en cambio, el gasto público es sólo un 72% del promedio de la UE-15. En realidad, si fuera un 94%, España se gastaría 66.000 millones más en su sector público y en su subfinanciado Estado del bienestar (tanto en sus transferencias como en sus servicios públicos). Pero no se los gasta, no porque no existan. Sí que existen.

Lo que ocurre es que el Estado no los recoge. Y ahí está el punto clave que no se cita. La regresividad de la política fiscal que España tiene en común con todos los países intervenidos. Han tenido que pedir prestado dinero porque el Estado no recoge el suficiente.

Pero lo que es incluso peor es que durante la era de bonanza (estimulada por la burbuja inmobiliaria), el Estado español bajó más y más los impuestos, bajada que favoreció particularmente a las rentas superiores, que adquieren la mayoría de sus rentas de la propiedad de capital.

Esta bajada de impuestos determinó –según ha indicado el FMI– nada menos que la mitad del déficit estructural del Estado, déficit que permaneció oculto durante la expansión económica por el elevado crecimiento de ingresos al Estado, apareciendo, sin embargo, en toda su crudeza cuando el boom explotó. Y ahora el Estado tiene que pedir prestado el dinero a los bancos (donde los súper ricos depositan los ingresos que habían adquirido como consecuencia de la bajada de sus impuestos), teniendo que pagar intereses para conseguir el dinero, que podría haberse obtenido, si no hubieran bajado los impuestos.

Y ahí está el problema más silenciado en los medios y en los debates. Fue una lástima que ninguno de los que participaron en el debate en las Cortes españolas hiciese las siguientes preguntas al presidente Rajoy: ¿Por qué el Estado español decidió congelar las pensiones a fin de conseguir 1.200 millones de euros, en lugar de revertir la bajada del impuesto de sucesiones, con lo cual habría obtenido casi el doble de ingresos (2.552 millones).

O, ¿por qué en lugar de recortar nada menos que 7.000 millones en sanidad, el gobierno no eliminó la reducción del Impuesto de Sociedades a las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año, lo que significa menos del 0,12% de todas las empresas, con lo cual hubieran obtenido más de 5.600 millones de euros? O, ¿por qué quiere ahora establecer el copago sanitario en lugar de aumentar los impuestos de los fondos SICAV y las ganancias especulativas?

O, ¿por qué quiere aumentar el IVA, en este momento de recesión, que afectará a las clases populares, en lugar de aumentar el impuesto de Sociedades al 35% para empresas que ganen más de un millón de euros al año, con lo cual ingresaría 14.000 millones de euros más? O, ¿por qué quiere destruir puestos de trabajo en los servicios públicos en lugar de establecer un impuesto a las transacciones financieras, con lo cual, tal como ha señalado el sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda, se conseguirían 5.000 millones de euros? O, ¿por qué en lugar de forzar reducciones de los Estados del bienestar gestionados por las CCAA no reduce la economía sumergida diez puntos, con lo cual aumentaría 38.500 millones de euros?

Estas son las preguntas que deberían haberse hecho y no se hicieron. Rajoy no las habría podido contestar y habría quedado en evidencia, mostrando, que en contra de lo que dice, sí que hay alternativas y sí que hay dinero.



Sra. Maribel Alarcón Pérez (Italia).
Directora Regional General de la Comunidad Europea
… En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos…
Dirección: Vía Dante A, 728, Casalmaggiore (CR), Italia.
Nro. Teléf.: (039-393) 735-0233
              https://twitter.com/#!/ArgosIsUSA  


Waldo Darío Gutiérrez Burgos
Descendiente del Pueblo Uquía – Omaguaca
Director de  ‘CER-OMAGUACA’, ‘OBNU’ y ‘ARGOS IS-INTERNACIONAL’
…"La educación y la instrucción no consisten en rellenar la mente de ideas ajenas, sino en estimularla para que produzca sus propias ideas"…

España: La Revolución inminente

España: La Revolución inminente


ESPANA… ARGOS: JULIO 26 DE 2012…

xMiquel Casals Roma*
Rebelión

Todo movimiento ciudadano que se enfrente al poder, es un movimiento político. No tiene sentido acampar junto a Wall Street o frente a los ampulosos rascacielos de la aristocracia financiera. Ellos se encargan de acumular beneficios, especular sin control, sobornar a los políticos, estafar a los ciudadanos, evadir capitales.

Pero no mandan. No pueden hacerlo. El poder, entendido como la capacidad de influir y decidir sobre los resultados, reside en los Estados, porque ellos controlan la fuerza (ejército, fuerzas y cuerpos de seguridad), dictan las reglas del juego (leyes) y gozan de recursos humanos (empleados públicos) y económicos (bienes y hacienda pública).

Nos hemos pasado 70 años (tras la II Guerra Mundial), creyendo que el remedio a todos los males de la humanidad lo encontraríamos en la Economía, la gran superestructura, la ciencia madre. Detrás de cada acción humana sólo había motivos crematísticos.

La Historia se explicaba como un encadenamiento de causas económicas que provocaban cambios sociales y políticos. Intelectuales de todo el mundo se han dedicado a razonar y discutir sobre las bondades o maldades del capitalismo y sus variantes (liberal, Keynesiano, tercera vía…). Cegados por esta falsa opinión, dispuestos a encerrar el mundo en ecuaciones macroeconómicas, hemos dejado de pensar, de criticar, de discernir sobre nuestro modelo político, la democracia representativa.

La democracia representativa, como las demás formas de gobierno (monarquía absoluta, dictadura, democracia participativa…) tiene un principio, un desarrollo y un final. Todo sistema humano crece como un árbol: germina a partir de la semilla de una ideología, va extendiendo su tronco hasta ramificarse (en instituciones) y adquirir su forma definitiva. Cuando la copa se ha completado, ya no puede cambiar. A partir de entonces el árbol (o sistema) no se adaptará a las transformaciones externas y, para protegerse, se irá encerrando en sí mismo, deslizándose por la de la senda de la decadencia.

Hace más de un siglo que Occidente vive bajo la hegemonía de democracia representativa. Nació como una exigencia de las sociedades europeas que tuvieron que rebelarse y demoler el sistema de clases sociales. Renovamos nuestros valores (con los derechos humanos) y surgieron nuevas instituciones políticas: elecciones, partidos políticos, constituciones, los tres poderes del Estado…, que se consolidaron con el tiempo, hasta adquirir un perfil definitivo.

Desde hace décadas, los procesos electorales y las organizaciones políticas se han enquistado, siguiendo un irreversible proceso de decadencia. Encerrados en sus propias reglas, no están dispuestos a adaptarse y su principal función se ha convertido en resistir a toda costa.

Las Constituciones políticas (como la española de 1978) son un formidable blindaje para las democracias representativas. Sus artículos son murallas que impiden el asedio de cualquier proposición innovadora. Pero el verdadero motor del sistema, el que hace funcionar sus rígidos resortes, son estas estructuras monolíticas que conocemos como partidos políticos.

Los partidos políticos, que se declaran como los depositarios de la libertad ideológica (cuando su objetivo es eliminarla), manejan a su antojo las piezas del ajedrez político, es decir, los políticos. Seleccionan a los candidatos (eligiendo a los más corruptibles, que son aquellos dispuestos a vender su alma de servidores), los instruyen, los moldean a su antojo y los reparten en todas las parcelas del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial).

Una vez controlado el poder, los partidos lo desvían hacia sus propios intereses. Movidos como títeres, los políticos ejecutan las órdenes de la organización y anteponen sus intereses a los del ciudadano, pese a que su deber y responsabilidad es servir a la sociedad.

Los partidos son mafias dedicadas a enriquecerse, administrar sus privilegios y, sobre todo, a cerrar el paso a nuevos intrusos. Desde hace décadas no hay Estado “democrático” donde el poder se lo repartan dos opciones aparentemente distintas, pero que en el fondo representan lo mismo (estas opciones se llaman demócratas y republicanos en EEUU, PSOE y PP en España, conservadores y laboristas en GB…).

El sufragio universal ha perdido su valor y los ciudadanos nos limitamos a poner una cruz entre estas dos alternativas (y otras de minoritarias), en una tendencia cuyo horizonte futuro es infinito. ¿Cuántas décadas, siglos si cabe, sobrevivirá nuestra ingenua creencia en que dos alternativas idénticas garantizan la libertad ideológica? La situación de cada votante puede compararse con la del cautivo del mito de la caverna que, atado de grilletes, sólo contempla unas pocas sombras.

Estas sombras son los logotipos de los partidos políticos, que se turnan eternamente. ¿Qué reglas son las que permiten dicha perpetuación? Las que fijan el reparto, entre los dos grandes, de las cuotas publicitarias, de la financiación, las listas cerradas, la ley d’Hont y la psicología del votante (que sólo votará al que conozca, al que sea útil y que se juzga, ingenuamente, responsable de esta situación).

Para enriquecerse mutuamente, partidos políticos y aristocracia financiera han llegado a una secreta y demoníaca connivencia. Un acuerdo que ha dado carta blanca al mundo de la especulación y ha convertido a los políticos en clase privilegiada. A cambio de su mutuo enriquecimiento, la sociedad y la economía productiva ha entrado en la una crisis económica profunda, sin precedentes. Para cubrir sus agujeros, han recurrido al dinero público y a los recortes, sin ningún tipo de escrúpulos. Han socavado el Estado del Bienestar, porque a los poderes financieros no les conviene un sector público amplio, sino una sociedad de cotizaciones y pensiones privadas.

Las relaciones económicas se dividen en dos mundos antagónicos: uno superior y parasitario, el especulativo, que se dedica a acumular riqueza impunemente con el beneplácito del poder, y otro inferior, el productivo, que aporta las plusvalías del trabajo y del capital y se encarga de soportar las cargas públicas.

¿Qué me ha hecho pensar, ingenuamente, que el pasado no volvería a repetirse, que no incurriríamos en el mismo error? Como en los más retrógrados años del Antiguo Régimen, el poder ya no necesita justificarse, se justifica por sí mismo. Los políticos afirman que no pueden hacer nada, que están atados de manos y pies. Y es cierto. Pero el compromiso que les inmoviliza no es con el ciudadano al que simulan representar, sino con las entidades financieras que les han prometido una feliz jubilación política en un consejo de administración, o en una fundación privada.

No nos queda otra salida que la revolución: demoler el sistema y fundar otro de nuevo, donde quepan viejos (derechos humanos) y nuevos valores (transparencia, independencia de los tres poderes, meritocracia). No hay revolución sin un proyecto y un camino claro, o con pretensiones de ello. Pero, ¿qué nuevo modelo político debe alumbrarnos? La respuesta sigue estando en la democracia.

Una democracia con fórmulas de transparencia, que prescinda de los partidos políticos, donde el voto y el mérito seleccionen a los mejores, que impida al ejecutivo acceder a los cargos parlamentarios, que convierta al ejecutivo en un poder gestor, que agrupe a los ciudadanos en plataformas políticas… A este nuevo modelo, aún sin nombre, me atrevo a fijar sus líneas maestras en El fin de la democracia.

¿Cómo hacerlo? Pocas son las alternativas cuando los partidos políticos controlan la mayoría de la prensa y de los poderes coercitivos. Una acción rápida y contundente sería la de recuperar los centros de poder: parlamentos (estatales y autonómicos) y gobiernos, desvalijar las sedes de los partidos políticos y los sindicatos y, con el brazo de la justicia, limpiar esta atmósfera irrespirable de políticos ineptos y corruptos. Las revoluciones árabes nos han abierto el camino. Sin olvidar que la acción revolucionaria (el movimiento) debe ir paralela a la acción constituyente (plataforma). Como en el pacto de San Sebastián (1930) hay que preparar una asamblea de expertos, que redacte una carta magna abierta al futuro.

*Miquel Casals Roma. Profesor de geografía y historia, licenciado en derecho, escritor.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Sra. Maribel Alarcón Pérez (Italia).
Directora Regional General de la Comunidad Europea
… En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos…
Dirección: Vía Dante A, 728, Casalmaggiore (CR), Italia.
Nro. Teléf.: (039-393) 735-0233
              https://twitter.com/#!/ArgosIsUSA  


Waldo Darío Gutiérrez Burgos
Descendiente del Pueblo Uquía – Omaguaca
Director de  ‘CER-OMAGUACA’, ‘OBNU’ y ‘ARGOS IS-INTERNACIONAL’
…"La educación y la instrucción no consisten en rellenar la mente de ideas ajenas, sino en estimularla para que produzca sus propias ideas"…

Movimientos Sociales: La lucha de clases, en plena vigencia

El filósofo Domenico Losurdo inaugura la Universidad de Verano de Socialismo 21 y El Viejo Topo…


Movimientos Sociales: La lucha de clases, en plena vigencia

MOVIMIENTOS SOCIALES… ARGOS: JULIO 26 DE 2012…

xEnric Llopis
Rebelión

Para el filósofo italiano Domenico Losurdo, la categoría “lucha de clases” conserva hoy todo su vigor en el mundo, por mucho que el neoliberalismo y las filosofías asociadas –sobre todo, el relativismo postmoderno- hayan pretendido arrumbarla.

A reflexionar sobre “Ideología y lucha de clases en el siglo XXI” ha dedicado Losurdo la sesión inaugural de la Universidad de Verano de Socialismo 21 y El Viejo Topo, que en su primera edición lleva por título “Poder, ideología y medios de comunicación”.

Losurdo ha recordado cómo, con ojos de hoy, “podemos sonreír” al leer los argumentos con los que filósofos como Dahrendorf o Habermas refutaban la idea marxista de lucha de clases. Así, Jürgen Habermas señalaba que conservadores y laboristas (o liberales y socialdemócratas) coincidían en su momento en la defensa del estado social. No había contradicción ideológica ni, por tanto, lucha de clases.

“Con todos mis respetos, este argumento es una tontería”, responde Losurdo. Y se pregunta: “¿Cómo nace en Europa occidental (en Estados Unidos nunca existió) el estado social? Sin duda, es un producto de la lucha de clases; en ningún caso una concesión graciosa de las clases dominantes”.

“¡Cómo han envejecido estos discursos sobre el final de la lucha de clases!”, ha exclamado el filósofo italiano, quien recuerda además cómo Habermas reconocía años después en un artículo que el capitalismo, al dejar de tener competidor, ya no se preocupa por ocultar su rostro real. El filósofo alemán, así pues, se desmentía. Las reflexiones de Friedrich Von Hayek –uno de los grandes patrones del neoliberalismo y guía económico de la administración Reagan- también reconocen implícitamente la existencia de la lucha de clases.

Y esto es así al vincular los derechos económicos y sociales incluidos en la Carta de los Derechos Humanos de 1948 (trabajo, instrucción y salud, entre otros) a la revolución soviética. Es decir, según Hayek no se trata de derechos cuya existencia deba reconocerse, sino una creación de la revolución de 1917. “Implícitamente Hayek nos está diciendo que la lucha de clases desarrollada en Rusia permitió la conquista de estos derechos socioeconómicos”, explica Domenico Losurdo. Además, “cuando nos dice que estos derechos han de erradicarse, no es por falta de recursos para garantizarlos, sino simplemente porque piensa que no existen. Y es esto precisamente lo que está pasando hoy: asistimos al fin del estado social”.

Profesor de Filosofía de la Historia en la Universidad de Urbina, Losurdo ha escrito dos obras fundamentales: “Contrahistoria del Liberalismo” (“El Viejo Topo, 2007) y “Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra” (El Viejo Topo, 2011). Su principal ámbito de investigación es la filosofía política clásica alemana (de Kant a Marx). También ha estudiado con hondura a Nietzsche y las ideas de Heidegger en relación con la guerra.

Síntomas de la vigencia de la lucha de clases en el siglo XXI. Losurdo subraya que ha retornado la figura del “working poor” (trabajador pobre), habitual en el siglo XVIII y principios del XIX. Se trata de personas que, a pesar de contar con un puesto de trabajo, no disponen de recursos suficientes para vivir. A ellos hay que agregar los parados y los excluidos. Pero también en el ámbito de la política puede advertirse la lucha de clases. “Por ejemplo, en la competencia electoral”, apunta el filósofo italiano. “El peso de la riqueza es tal hoy en día, que asistimos a situaciones similares a las del siglo XIX, donde existía la discriminación censitaria, es decir, sólo se tenían derechos políticos si se alcanzaba un nivel de renta determinado”. Además, hace una década Losurdo ya hablaba de un “monopartidismo competitivo”, con formaciones políticas que representaban a la misma burguesía y exhibían la misma ideología neoliberal.

Pero Domenico Losurdo insiste en que constituye un serio error reducir la lucha de clases (y otras categorías tradicionales del marxismo, como el imperialismo y el colonialismo) a los problemas de la Europa occidental. “Hay que entender la lucha de clases a nivel mundial”, sentencia. Por ejemplo, en Palestina, “donde continúa el colonialismo en su formulación más clásica, es decir, la colonización de un territorio y sus habitantes; se da en Palestina un proceso parecido al que Marx subrayaba en Irlanda: la expropiación de tierras por parte de los colonos ingleses (en el caso palestino, de los israelíes); además, igual que en Irlanda, la cuestión social se presenta en Palestina como una lucha de liberación nacional”.

Losurdo recurre habitualmente a los paralelismos históricos, aunque con las salvedades y los matices que imponen los saltos en el tiempo. Por ejemplo, al abordar la lucha de clases en América Latina se retrotrae a la Doctrina Monroe y a los designios del presidente norteamericano, Theodore Roosevelt, que en 1904 ya planteó que Estados Unidos debía ejercer de policía internacional en América Latina. “El objetivo, hoy, es también quitarse de encima la bota norteamericana”, subraya el profesor de Filosofía de la Historia. Y para ello resulta capital la independencia económica. El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, lanzó en 2006 la proclama “industrialización o muerte”, igual que Mao advirtió poco antes del triunfo de la revolución en 1949 de los riesgos de que China se convirtiera en una colonia de Estados Unidos. El Che Guevara y Fidel Castro en los 60 alertaron asimismo de la necesidad de liberarse de la opresión económica del imperialismo, y Frantz Fanon, en Argelia, subrayaba que tras el triunfo de la revolución anticolonial se imponía el desarrollo económico.

Trasladado al siglo XXI, “los países que se han quedado atrasados en el desarrollo económico, tecnológico y militar corren el riesgo de una agresión directa por parte del imperialismo; este desarrollo es el precio de su independencia”, explica Domenico Losurdo. También es esto lucha de clases. “Ya ha ocurrido en Libia, y ahora puede pasar en Irán y Siria”, añade. Sin embargo, “para destruir un país no hace falta agredirlo militarmente, pues el imperialismo cuenta con otra arma decisiva, el embargo económico; Cuba lleva padeciéndolo más de 50 años; en Irak, antes de la guerra de 2003, el embargo produjo centenares de miles de muertos: eso si que resultó un arma de destrucción masiva; si las agresiones mediante el embargo han perdido fuerza en algunos casos, como en Cuba, es por la presencia de China, que garantiza determinados intercambios comerciales”.

En resumen, a juicio de Domenico Losurdo, la lucha de clases tiene lugar hoy en tres frentes, “y hay que entenderlos de manera unitaria”. En primer lugar, los movimientos de masas que en occidente (Estados Unidos, Grecia o España) protestan en el contexto de un capitalismo en crisis; Además, las naciones, como Palestina, que sufren una dominación –el colonialismo clásico- política y económica; por último, los países (por ejemplo, los latinoamericanos) que cuentan con independencia política pero han de conquistar la económica.

A la actual Europa en crisis, fracturada por luchas desgarradoras entre el centro y la periferia, ¿Cuál es la principal crítica que cabría formularle? Según Domenico Losurdo, “la subordinación a los intereses de Estados Unidos y la participación en todas las aventuras imperiales promovidas por los norteamericanos; si pretendemos luchar contra el imperialismo, Europa ha de plantear su autonomía y, en consecuencia, no participar en el embargo a Cuba, Irán, ni colaborar con Estados Unidos en su objetivo de impedir que China acceda a la tecnología”.

En medio de una crisis global a la que no se advierte salida y con una izquierda mortecina, el recurso a los clásicos permite alumbrar el camino. Para calibrar las perspectivas de cambio, Losurdo recurre a las categorías de Marx “clase en sí” (clase que aún no ha tomado conciencia de su situación) y “clase para sí” (con plena conciencia de clase). “El camino que nos queda por recorrer para pasar del primer estadio al segundo es muy largo”, explica el filósofo. ¿Por qué? “La izquierda en occidente viene de sufrir una derrota histórica, la destrucción del campo socialista y lo que ello implicó; por eso ahora cuesta tanto responder a la ofensiva ideológica del neoliberalismo”, responde.

Pero una cosa es importante: “No confundir la autocrítica con el autoodio para avanzar; con todas las críticas que puedan formularse a la revolución de octubre, antes de 1917 las potencias occidentales eran las dueñas del planeta. La revolución rusa rompió este escenario y favoreció los procesos de independencia colonial; además, entre febrero y octubre de 1917, Rusia fue el primer gran país donde las mujeres lograron la emancipación política; y otra cuestión, ¿puede entenderse la generalización del sufragio universal sin la contribución del movimiento comunista? Pienso que no. En Inglaterra (cuna del parlamentarismo), antes de la revolución de octubre la fracción más pobre del proletariado no tenía derecho al voto”. “Son cosas que no deben olvidarse”, concluye Domenico Losurdo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


Sra. María Cristina Delgado Briceño (MF).
Directora Regional General de los ‘Movimientos Sociales’
…«Yo no aprobaré jamás que un hijo del país se una a una nación extranjera para humillar a su patria»…
Dirección: Ave Sauzal # 201, Valle del Rubí, Tijuana,  Baja California Norte, Tijuana, México.
Teléf.- (044) 664-800-8508
              https://twitter.com/#!/ArgosIsUSA  


Waldo Darío Gutiérrez Burgos
Descendiente del Pueblo Uquía – Omaguaca
Director de  ‘CER-OMAGUACA’, ‘OBNU’ y ‘ARGOS IS-INTERNACIONAL’
…"La educación y la instrucción no consisten en rellenar la mente de ideas ajenas, sino en estimularla para que produzca sus propias ideas"…